lunes, 27 de abril de 2009

Mensaje Final de la 87 Asamblea de la CEM: Sobre la Parroquia

Mensaje Final
87 asamblea plenaria de la CEM
Escrito por Lic. Paola Ríos Luna
Jueves, 23 de Abril de 2009 12:32


A TODOS LOS MIEMBROS DEL PUEBLO DE DIOS QUE PEREGRINA EN MEXICO


“El Espíritu Santo les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he enseñado” (Jn 14,26). “Los llenará de fortaleza y serán mis testigos” (cfr Hch 1,8).

Queridos hermanos:

1.- Alentados y fortalecidos por el acontecimiento histórico que vivimos a los pies de la Morenita del Tepeyac al renovar la Consagración de nuestra Patria al Espíritu Santo, consagración que, por primera vez, hicieron nuestros hermanos Obispos el 12 de octubre de 1924, iniciamos nuestra LXXXVII Asamblea Ordinaria con la ilusión de discernir el camino de renovación pastoral de nuestras parroquias, a la luz del documento conclusivo de la Quinta Asamblea General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Aparecida y en el impulso de la Misión Continental en México, a fin de ofrecer pautas de acción susceptibles de ser utilizadas en las Provincias Eclesiásticas y en las Diócesis.

2.- En esta tarea contamos con la valiosísima participación de la mayoría de los Vicarios de Pastoral de nuestras Diócesis, quienes, con su experiencia en la operatividad de los Planes Diocesanos de Pastoral, enriquecieron nuestra reflexión en torno a la realidad actual de nuestras Parroquias y a las perspectivas futuras para que, esta institución clave en la vida de toda Diócesis, se convierta cada vez más en un centro poderoso de irradiación de la vida en Cristo, donde se formen con mayor eficiencia los auténticos discípulos de Cristo y desde donde se impulse una misión permanente que llegue al corazón de todos los hombres y mujeres y los transforme, que busque a los alejados y los anime a dejarse conquistar por el Cristo vivo que, amorosamente, les sale al encuentro.

3.- No ignoramos, ni mucho menos pasamos por alto, las luces y las sombras que caracterizan a esta institución tan importante en la vida pastoral de la Iglesia. Ya en nuestra Carta Pastoral del año 2000, “Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos”, anotábamos la urgencia de llevar a cabo una reflexión sobre la situación que viven las parroquias en nuestra nación e invitábamos a todos a una verdadera renovación partiendo del principio fundamental de que las parroquias tienen que seguir siendo primariamente comunidades eucarísticas, células vivas de la Iglesia, casa y escuela de la comunión.

4.- Al mismo tiempo constatábamos los retos particulares que entonces, como ahora, poseen las parroquias insertas en comunidades rurales e indígenas que, entre otras cosas, no pueden quedarse al margen del sufrimiento de los pobres; retos que siguen exigiendo una respuesta pastoral inculturada. Insistíamos también, y ahora lo reiteramos, en los grandes desafíos que presentan las parroquias en las zonas urbanas con sus estructuras pastorales que ya resultan inadecuadas y en las cuales la eficacia de la acción pastoral se ve notablemente reducida. ¿Qué hacer para que estas parroquias sean más sensibles a las condiciones históricas, culturales y sociales de su entorno e irradien los principios de la Doctrina Social de la Iglesia?

5.- Hacemos nuestra la invitación del Documento de Aparecida a emprender una valiente acción renovadora de nuestras Parroquias para que sean de verdad espacios de una auténtica iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, en las que los laicos tengan parte activa y creativa en la elaboración y ejecución de proyectos pastorales en favor de toda la comunidad, en las que los movimientos y organizaciones apostólicas no sólo encuentren el espacio propicio para enriquecer a los demás con sus carismas propios y con el testimonio de vida de sus miembros, sino que también sean parte integral del dinamismo de la vida parroquial.
6.- Teniendo en cuenta el papel primordial que desempeña el párroco en la institución parroquial, como representante personal del Obispo, al mismo tiempo que valoramos el esfuerzo, la dedicación, la entrega generosa y el valioso testimonio de santidad de tantos sacerdotes que gastan su vida en el variado mosaico de parroquias de nuestra Patria, los invitamos a todos, a los Párrocos de ahora y a los Párrocos del mañana, a emprender la renovación de nuestras Parroquias con entusiasmo, con alegría, con un corazón nuevo que se asemeje al corazón del Buen Pastor, conscientes de que la renovación de la parroquia exige actitudes nuevas en los párrocos y en los sacerdotes que están al servicio de ella, que los convierta en promotores y animadores de una auténtica conversión pastoral de todos sus miembros.

7.- Esta hermosa empresa, que es de todos, nunca la podremos llevar a término con nuestras solas fuerzas. Para ello, contamos con la garantía con la que Cristo alienta a sus discípulos enviados en misión: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20).
Al concluir los trabajos de nuestra LXXXVII Asamblea Plenaria, reiteramos nuestra adhesión al Santo Padre Benedicto XVI, asegurándole nuestra cercanía espiritual en esta hora difícil de su pontificado y agradeciéndole la convocatoria al Año Sacerdotal. Al mismo tiempo, encomendamos el presente y el futuro de nuestras parroquias a Santa María de Guadalupe. Con la confianza puesta en su maternal protección estamos seguros de lograr transformarlas en verdaderas escuelas de discípulos y misioneros de la vida en Cristo.

Por los Obispos de México

+ Carlos Aguiar Retes + José Leopoldo González González
Arzobispo de Tlalnepantla Obispo Auxiliar de Guadalajara
Presidente de la CEM Secretario General de la CEM

La CEM ante la pornografía infantil

Escrito por Oficina de Prensa CEM Jueves, 23 de Abril de 2009 19:41

Comunicado

En rueda de prensa, este jueves 23 de abril de 2009, el Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Mons. José Leopoldo González, responde a pregunta expresa de una reportera refiriéndose al caso del sacerdote presuntamente acusado de pertenecer a una red de pornografía infantil:

“¿Esto no evitará que la gente le tenga confianza a su párroco, que ya no asista, porque igual tiene una doble vida?” A lo que Mons. José Leopoldo mencionó: “no hay que juzgar”; la reportera insiste: “No, le comento que si esto no generará desconfianza”; y se concluye con esta respuesta por parte de Mons. José Leopoldo: “No, al contrario, entre más humanos nos vean, más nos van a apreciar”.

Estas palabras expresan que el sacerdote en su humanidad tiene que responder por sus actos, incluso enfrentar a la justicia si así fuere requerido. La autoridad eclesiástica no tiene ningún interés en obstaculizar el proceso jurídico que se le aplique a cualquier persona, incluso si es sacerdote.

Consideramos que la pornografía infantil es una abominación y ninguna persona de cualquier condición o profesión puede estar exenta o justificarse por tales hechos.

La Iglesia la condena y nunca se opondrá a que sus propios miembros en caso de incurrir en estas situaciones puedan ser juzgados, es más, se puntulaiza de “tolerancia cero”.

Celebramos que las autoridades judiciales estén trabajando para localizar y combatir estas redes de pornografía infantil que dañan a tantos seres inocentes.

En estos días la Asamblea de los Obispos discierne el tema de la Parroquia, espacio donde viven y se congregan los fieles, por lo que llamamos a renovar y revitalizar el ámbito parroquial a favor de las familias, las comunidades y la sociedad en su conjunto.

En relación a lo dicho por el Secretario General, Mons. José Leopoldo González, queremos tener sacerdotes más humanos y más dispuestos a dar su vida en la labor como pastores en medio de su comunidad, porque el sacerdote en su misión profética anuncia la Buena Nueva y denuncia todo tipo de injusticia que afecta a la persona humana.

VISITA DEL SECRETARIO DE LA SSP A LA 87CEM

Escrito por Oficina de Comunicación y Prensa Viernes,
24 de Abril de 2009 11:42

Comunicado de Prensa por la visita del Secretario de Seguridad Pública

El Ing. Genaro García Luna, quien desde diciembre de 2006 tomó posesión como Secretario de Seguridad Pública Federal, tuvo un encuentro con los Obispos mexicanos en el cierre de la LXXXVII Asamblea para dar a conocer Diagnóstico, Políticas y Estrategias para la prevención de la delincuencia.

En un lapso de 40 minutos el Ing. García Luna presentó los siguientes puntos:
1. Alinear las capacidades del Estado mexicano contra la delincuencia.
2. Plataforma México.
3. Desarrollo Institucional.
4. Prevención del delito y participación ciudadana.
5. Combate a la corrupción.
6. Sistema Penitenciario.
7. Indicadores de medición establecidos con la sociedad civil.

El Ing. García Luna, subrayó que las estrategias señaladas sólo podrán tener éxito en la medida en que se asocie la participación ciudadana, la capacitación de las policías y el fomento de la denuncia para erradicar la corrupción y la violencia.

En un ambiente cordial el Presidente de la CEM, Mons. Carlos Aguiar Retes, agradeció la presencia del Secretario de Seguridad Pública, quien a medio día participará en los trabajos del Gabinete del Presidente de la República en relación al brote de Influenza, que está afectando algunas regiones.

Hacemos un llamado a la población en general para estar atenta a las indicaciones de la Secretaría de Salud para prevenir y combatir este brote epidemiológico.

¡REVITALIZAR LAS PARROQUIAS!

¡REVITALIZAR LAS PARROQUIAS!

+ Felipe Arizmendi EsquivelObispo de San Cristóbal de Las Casas
http://www.diocesisancristobal.com.mx/

VER
Estamos reunidos, en asamblea ordinaria, 110 Obispos del país, 83 vicarios de pastoral de nuestras diócesis y los secretarios ejecutivos de las ocho grandes comisiones episcopales, para reflexionar sobre lo que el Espíritu Santo nos ha pedido en Aparecida: renovar la estructura parroquial, dentro del espíritu de la misión continental permanente que estamos tratando de implementar.

Hay, sin duda, parroquias muy vivas y misioneras, con un gran dinamismo evangelizador y catequético, con servicios para la formación permanente de los laicos, sobre todo en Doctrina Social de la Iglesia. Parroquias con celebraciones litúrgicas muy participativas y concordes con las rúbricas de la Iglesia del Concilio Vaticano II. Funcionan sus consejos de pastoral y de economía, en comunión con el párroco y demás agentes de pastoral. Se atiende con amor preferente a los pobres, y se les promueve con proyectos de salud, agroecología, derechos humanos, economía solidaria y cooperativas. Hay grupos de jóvenes y de reflexión bíblica, comunidades eclesiales de base, movimientos coordinados con el plan pastoral parroquial y diocesano. Se da su lugar a las mujeres y a los de capacidades diferentes. Se evangeliza en los medios de comunicación. En fin, son un reflejo de las primeras comunidades cristianas, descritas en Hechos de los Apóstoles.

Por lo contrario, no faltan parroquias que parecen ser sólo oficinas de servicios burocráticos y rituales, donde prevalece el sentido económico y funcional y el servicio pastoral es más autoritario e individualista, que de comunión eclesial.

JUZGAR
En Aparecida dijimos que “la Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del Continente. Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo. Esperamos un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza” (362).

Para lograr esto, se nos pide “una valiente acción renovadora de las parroquias, a fin de que sean de verdad espacios de la iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizadas de modo comunitario y responsable, integradoras de movimientos de apostolado ya existentes, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas a los proyectos pastorales y supraparroquiales y a las realidades circundantes” (170).

“La renovación de las Parroquias exige reformular sus estructuras, para que sea una red de comunidades y grupos, capaces de articularse logrando que sus miembros sean discípulos y misioneros de Jesucristo en comunión” (172). ¿Somos capaces de dar este paso? ¿Quiénes son los que se resisten?

ACTUAR
En las ciudades y en el mundo rural, “necesitamos salir al encuentro de las personas. No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino urge acudir en todas las direcciones para proclamar que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia” (548). “Es un afán y anuncio misioneros que tiene que pasar de persona a persona, de casa en casa, de comunidad a comunidad” (550).

“Los mejores esfuerzos de las Parroquias, en este inicio del tercer milenio, deben estar en la convocatoria y en la formación de laicos misioneros. Solamente a través de la multiplicación de ellos podremos llegar a responder a las exigencias misioneras del momento actual” (174).

Tengamos en cuenta que “la renovación de la parroquia exige actitudes nuevas en los párrocos y en los sacerdotes que están al servicio de ella. La primera exigencia es que el párroco sea un auténtico discípulo de Jesucristo, porque sólo un sacerdote enamorado del Señor puede renovar una parroquia. Pero, al mismo tiempo, debe ser un ardoroso misionero que vive el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la simple administración” (201).

domingo, 19 de abril de 2009

EXHORTACION PASCUAL

Escrito por Mons. Héctor González Martínez
Viernes, 17 de Abril de 2009 08:40

Exhortación Pascual

En este tiempo central del Año Litúrgico, habiendo conmemorado cuaresma y el Triduo Pascual para mejorar nuestro cristianismo, saludo afectuosamente a feligreses y ciudadanos. Les saludo augurando que hayan transitado por el tiempo litúrgico con pasos de conversión. Saludándoles en este domingo de Resurrección les ofrezco la presente Exhortación Pastoral sobre nuestra Pasión y Resurrección hoy.

2.- CONTEMPLACIÓN

A propósito del narcotráfico y la violencia, el día 6 de agosto del 2008, la Arquidiócesis publicó una Exhortación Pastoral por la salud y la vida. A la fecha, la situación no ha mejorado: al contrario, se acrecienta; y dicha Exhortación sigue vigente y aún es muy aprovechable; hay que retomarla y sacarle provecho. Profundizando más, en domingo de Resurrección, contemplemos la Pasión del Señor, porque proyecta luz sobre las circunstancias sociales que vivimos. El profeta Isaías, a distancia de siglos, contempla al siervo doliente: “no tenía apariencia ni presencia; no tenía aspecto que pudiéramos estimar. Despreciado, marginado, hombre doliente y enfermizo, como de taparse el rostro para no verlo. Despreciable, un don nadie”(53, 2-3). Isaías, en el siervo doliente nos ve también a nosotros: “con todo eran nuestras dolencias las que Él llevaba y nuestros dolores los que soportaba” (53, 4). Y el salmo 22,2-3, pone en boca de Jesús la angustia y el abandono de la pasión “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? Estás lejos de mi queja, de mis gritos y gemidos. Clamo de día, Dios mío, y no respondes, también de noche, sin ahorrar palabras”. El profeta Jeremías, en sus sufrimientos corporales, prefigura al siervo doliente: sus enemigos “se apoderaron de Jeremías y lo echaron en la cisterna… que había en el patio de la guardia, descolgando a Jeremías con sogas. En el pozo no había agua sino fango, y Jeremías se hundió en el fango…Ebimélec habló al rey en estos términos: oh mi señor el rey, está mal hecho todo cuanto esos hombres han hecho con el profeta Jeremías”; lo sacaron, y “Jeremías se quedó en el patio de la guardia”. Jeremías encarna al siervo doliente: “Soy el hombre que ha visto la aflicción bajo el látigo de su furor. Me ha llevado y me ha hecho caminar en tiniebla y sin luz. Contra mí vuelve y revuelve su mano todo el día” (Lamentaciones 3, 1-3).

3.-NUESTRA PASIÓN

La situación que vivimos, como en el caso de Jeremías, se refleja como en un espejo en la Pasión de nuestro Señor Jesucristo. Desde nuestra situación podemos pues acercarnos al Redentor del hombre. La experiencia personal y comunitaria de la Pasión y Muerte del Señor se ha recrudecido en nuestra carne mortal. Hace aproximadamente cincuenta años que nuestra vida cívico–social se viene deteriorando, por causas del entorno mundial, principalmente la postmodernidad o pensamiento débil y sus manifestaciones de constructivismo relativismo doctrinal y moral, reduccionismo moral y ético y el fenómeno de la globalización mundial. También parece que por el cierre de la frontera norte de México, el narcotráfico se ha replegado a los estados del norte del país. En consecuencia, ya va para dos años que la inseguridad y la violencia que origina el narcotráfico se difunden más y más por el país y por nuestros estados, y nos hacen recordar los años de la mafia de Sicilia o de Chicago. Los grupos, de narcotraficantes o no, le estiran a la cobija cada quien para su lado, queriendo repartirse el control del territorio. Cada semana se sabe de balaceras aquí o allá, cerca o lejos; se sabe de amenaza de bombas y explosión de granadas, de levantados, de ejecutados y cobro de denuncias. ¡Lástima que muchos tengan oídos sordos o ya se vayan acostumbrando! Algunos grupos aparecen como antagónicos, destacándose en discutir directamente a sus contrincantes las plazas y los distribuidores: van por los contrarios, los levantan, los ocultan, los masacran, los descabezan y los exponen en la vía pública. A veces, algunos, de nómadas se van haciendo sedentarios, asentándose en poblaciones grandes pequeñas. Otros se posesionan del control de los pueblos, suplantando a las autoridades legítimamente constituidas, sintiéndose sus protectores; en pago de ello obligan a la gente a pagar un tributo. Paralelamente existen partidas que se valen de la confusión, dedicadas simplemente a extorsionar a ricos y pobres. Se consiguen direcciones y haciéndose pasar por Zetas, por la Familia michoacana, la Línea u otros: telefonean exigiendo cantidades en efectivo, pero también en especie, inclusive vehículos o bienes muebles. Los párrafos anteriores no agotan la descripción del fenómeno; la situación no ha mejorado, antes se vuelve más confusa. Nuestra situación nos asemeja a la Pasión y nos hace clamar igual que Jeremías o que el salmista.

4.- LOS PUEBLOS Y SUS AUTORIDADES

La gente de los pueblos se siente desorientada, desconcertada y en psicosis, sin autoridad competente que ponga orden a tan crítica situación que casi se vuelve caótica. Algunos pueblos se defienden acudiendo más a los templos y recurriendo a la oración, cavando fosas en el paso de los caminos o alrededor de los poblados, turnándose por casas para dormir juntos, hasta el extremo de dormir en las azoteas de las casas para descansar o para vigilar. La gente se siente desprotegida de sus autoridades, que no han mostrado capacidad y competencia para restablecer la paz pública; vgr. además de esta ciudad, Sta. María del Oro, San Bernardo, Guanaceví, Tepehuanes, Santiago Papasquiaro, El Salto, Guadalupe Victoria, Ramón Corona, Vicente Guerrero, Cuencamé, Súchil, Chalchihuites, San Andrés del Teúl, etc. La gente también clama por la ayuda de sus pastores, quienes se encuentran en situación parecida, pues también a ellos les ha alcanzado la inseguridad y la extorsión. Ciertamente la religión no es un recurso meramente estratégico para proteger a la población; es poderosa defensa confiando en la mano providente de Dios: “Señor, hazme justicia, defiende mi causa contra gente sin piedad; sálvame del hombre injusto y malvado: Tú, que eres mi Dios y mi defensa” (Salmo 42, 1-2).

5.- ORIENTACIONES Y ORDENAMIENTOS PASTORALES

Confiando firmemente en la Divina Providencia que nos guarda y protege diariamente, con seguridad de que el Señor nos libra de peligros y enemigos, alentemos nuestra esperanza y cantémosle: “Poderoso es nuestro Dios, poderoso es nuestro Dios…”; recemos la Coronilla de la Misericordia Divina, por nosotros y por los descarriados; confiemos en las oraciones que diariamente decimos en misa: “Líbranos, Señor, de todos los males pasados, presentes y futuros…”; recurramos a la antigua plegaria litúrgica invocando a San Miguel Arcángel; renovemos la devoción al Santo Ángel de la Guarda. Con la consiguiente seguridad de que también nosotros tenemos poder y algo o mucho podemos hacer, contrarrestemos el narcotráfico, cuidemos nuestras familias, organicémonos solidariamente, acudamos confiadamente a las autoridades, etc. Las familias, prevengan y protejan a sus hijos; pongan atención al cuidado de ellos. Evítenles los videojuegos propensos a la violencia. Fomenten más la convivencia familiar. Sobre todo aprovechen la formación y el estudio de la IV Etapa de la Misión como “Año de la familia”. Los presbíteros, háganse solidarios de sus fieles, no sean ajenos ni sordos; siempre y más en estos tiempos, estén dispuestos a escuchar a su gente y orientarla con la Palabra de Dios. Las autoridades, tomen en cuenta que la gente desconfía y percibe que las denuncias se filtran, llegando hasta los mismos captores o agresores, quienes luego se vengan. Atiendan pues seriamente las quejas de la gente. Todos los ciudadanos y todos los creyentes tienen parte de responsabilidad en la atención a la realidad que compartimos. A pesar de la desconfianza y aunque es difícil, con valor civil y religioso, superen el miedo y acudan a la denuncia anónima, haciendo de ello la cultura de la denuncia civil. Las comunidades: diocesana y parroquiales y los Decanatos organicen semanas o jornadas de oración por la paz y otras iniciativas, como la Coronilla al Señor de la Misericordia. Las parroquias, fomenten permanentemente la salud mental. Los maestros de escuela, los catequistas de la Iglesia y toda clase de grupos sociales o religiosos, participen en la educación preventiva. Expongan la belleza de la creación. Por lo pronto, para el sábado 18 de este mes, a las 5 de la tarde, el Decanato de Cristo Rey invita a una Peregrinación por la paz, desde el Templo de Analco hasta el Templo del Señor de la Misericordia Divina. Para el domingo 19 de este mes a las 3 de la tarde les invitamos a un Rosario por la paz en la Plazuela Baca Ortiz. Para el viernes 12 de junio, la Arquidiócesis peregrinará a la Basílica de Guadalupe. Están todos invitados a implorar a la Virgen de Guadalupe en favor Durango y de Zacatecas. Y todo esto, ¿para qué? Habrá quien vea esas situaciones como irrelevantes o sin remedio; habrá quienes no tengan confianza en el recurso a Dios. Pero los católicos estamos seguros de que el brazo poderoso de Dios ha acompañado siempre la historia del hombre.

6.- ALÉGRENSE EN EL SEÑOR RESUCITADO

El Misterio Pascual, que incluye la Resurrección, está en el centro del Misterio Cristiano; más aun, es el centro de toda la vida de los bautizados. La Resurrección ilumine pues nuestra situación; hagámoslo vivencia y experiencia cristianas. La Resurrección de Cristo, punto central y básico de la vida cristiana ,se constata por el sepulcro vacío, el sudario, las vendas, las apariciones que llevaron a cada uno de los apóstoles a la convicción de fe: ¡Jesús ha resucitado! Misterio de Jesús que comprende vida, pasión, muerte y resurrección. Y así también la vida humana está entretejida de grandes aspiraciones y de conflictos fuertes: los hombres buscamos el bien, la justicia y la vida, pero tenemos que atravesar por la muerte para alcanzar la vida en plenitud y la eterna felicidad. “Nosotros somos testigos de cuanto Jesús hizo en Judea y en Jerusalén.
Lo mataron colgándolo de la cruz; pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que Él de antemano había escogido: a nosotros que hemos comido y bebido con Él después de que resucitó de entre los muertos”. (Hch 10, 39-41). Y aunque sea como en retazos, también nosotros ejecutamos lo que dice el texto: “nosotros somos testigos” de la vida, pasión y muerte del Señor; experiencia de la entrega y del sufrimiento. Pero, “si el grano de trigo muere da mucho fruto” (Jn. 12, 24) como en el Misterio Pascual del Señor Jesús, también en nosotros, los sufrimientos de la vida presente tienen su coronamiento en luz de Resurrección. La vida de Jesús es el único criterio para saber cuáles son los bienes de arriba que llevan semilla de eternidad: hacer el bien con sencillez, buscar la justicia, vivir en la verdad y en la sinceridad, atender a los necesitados, sólo en Dios poner nuestra esperanza. Vivir este seguimiento de Cristo es enfilarnos hacia la Resurrección de Cristo en nosotros, es vida nueva y hombre nuevo.

CONCLUSIÓN
Oremos por todos los que sufren de variadas formas las consecuencias de esta conflictividad. Oremos, para que los hermanos descarriados logren comprender que el misterio del mal ha sido superado por la luz de Cristo; ojalá que se dejen tocar de la gracia redentora y entren en una vida nueva. Oremos por las autoridades civiles para que alcancen luces.

+ Héctor González MartínezArzobispo de Durango

viernes, 17 de abril de 2009

IGLESIA Y CRISIS ACTUALES

+ Felipe Arizmendi EsquivelObispo de San Cristóbal de Las Casas
4 de marzo de 2009
http://www.diocesisancristobal.com.mx


VER
Invitado por la organización alemana Misereor y por el CELAM, voy a Roma, a una reunión de obispos de América Latina con expertos mundiales sobre las crisis económica, alimentaria y climática. Reflexionaremos sobre las exigencias éticas del bien común global ante la escasez de recursos y la misión de la Iglesia.

Como pastores, no podemos permanecer indiferentes ante las incertidumbres, las penas y los sufrimientos de muchas personas. No debemos asemejarnos a los sacerdotes y levitas del Antiguo Testamento, que se reducían a cumplir sus servicios en el templo y nada hacían por los pobres, heridos por el camino. A nadie debería extrañar que abordemos estos temas, desde la perspectiva del Evangelio.

JUZGAR
Como dice el Papa Benedicto XVI, “la construcción de un orden social y estatal justo, es una tarea fundamental. Tratándose de un quehacer político, esto no puede ser un cometido inmediato de la Iglesia. Pero, como al mismo tiempo es una tarea humana primaria, la Iglesia tiene el deber de ofrecer, mediante la purificación de la razón y la formación ética, su contribución específica, para que las exigencias de la justicia sean comprensibles y políticamente realizables.

La Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia. Debe insertarse en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, sin las cuales la justicia, que siempre exige también renuncias, no puede afirmarse ni prosperar. La sociedad justa no puede ser obra de la Iglesia, sino de la política. No obstante, le interesa sobremanera trabajar por la justicia esforzándose por abrir la inteligencia y la voluntad a las exigencias del bien” (Deus caritas est, 28).

ACTUAR
Cada quien debemos preguntarnos qué nos toca hacer ante las crisis actuales. Se requiere, desde luego, una revisión del sistema económico mundial; hay que cambiar el modelo, que de por sí es injusto y generador de injusticias, pues para sostenerse requiere explotación, exclusión y destrucción. De esto vamos a tratar en Roma. Pero no podemos reducirnos a quejas y lamentos, culpando al neoliberalismo como la única raíz de los males, ni contentarnos con discursos virulentos contra lo establecido, que nos dejan contentos porque presumimos de ser antisistémicos y muy de izquierda, pero que nada modifican. El cambio global nos trasciende; pero hay cosas sencillas que podemos hacer. No esperemos que los grandes cambien el sistema, pues es éste el que los ha engrandecido y no van a renunciar a él. Generemos el cambio desde abajo y desde adentro.

Evita gastos superfluos y educa a los hijos a reducir caprichos. No te endeudes imprudentemente y ahorra. No vayas a restaurantes, paseos y espectáculos que cuestan mucho y desestabilizan tu economía. No compres más y más ropa y zapatos, sólo por estar a la moda. No malgastes el agua, ni contamines el aire y los ríos. No tires basura por todos lados. Modera el uso del celular. Genera empleos y no tiendas sólo a acumular. Comparte tus bienes con los pobres, los migrantes, los presos, los enfermos, los ancianos, los huérfanos y las viudas. La austeridad personal y la fraternidad con los que sufren más que tú, te hará disfrutar lo que tienes y colaborar para un mundo nuevo.

Como dice el Papa: “Solamente con estilos de vida inspirados en la sobriedad, la solidaridad y la responsabilidad, es posible construir una sociedad más justa y un futuro mejor para todos” (12 enero 2009). “No debemos desanimarnos; antes bien, debemos mantener siempre encendida en nosotros la llama de la esperanza. Para nosotros, los cristianos, la verdadera esperanza es Cristo, don del Padre a la humanidad. Sólo Cristo puede renovar el corazón del hombre y convertirlo en un oasis de paz; sólo Cristo puede ayudarnos a construir un mundo donde reinen la justicia y el amor” (15 enero 2009).

Cuaresma: tiempo de conversión personal e institucional, para que todo se renueve y florezca.

CRISIS ESTRUCTURALES Y DIGNIDAD HUMANA

+ Felipe Arizmendi EsquivelObispo de San Cristóbal de Las Casas
11 de Marzo de 2009
http://www.diocesisancristobal.com.mx


VER

Escribo desde Roma, donde participé en un Simposio de Obispos y expertos, convocado por Misereor y el CELAM. Los peritos nos dieron datos angustiosos sobre el cambio climático, la crisis financiera y alimentaria, la situación del agua, la tendencia hacia los agrocombustibles, entre otros. Como pastores de un pueblo que sufre, desde la fe hemos analizado la situación y hacemos algunas propuestas, para una vida digna de todos.

En la Declaración final, expresamos que la actual crisis del mercado financiero nos muestra que la autoregulación es una ilusión que ha llevado a un “callejón sin salida” y que la visión cristiana de que la economía debe servir al ser humano y a su bienestar ha quedado relegada.

La crisis económica global afecta a países en vías de desarrollo más que a los países ricos. Se reducen las exportaciones y los ingresos, aumenta la desocupación, bajan los precios de las materias primas. Una nación y un gobierno no pueden por sí solos procurar el bien común de sus habitantes. No existen mecanismos globales con poder de control y capacidad de negociar y prevalecer. Los intereses particulares de grupos económicos y políticos compiten con los de los Estados nacionales. Las necesidades de los pobres y el bien común global se dejan de lado. En las deliberaciones sobre la reforma del orden económico global, los intereses de los países en vías de desarrollo y de su población empobrecida no tienen prioridad.

JUZGAR

Esta preocupación no es ajena a nuestra misión evangelizadora, como recuerda el Documento de Aparecida: “Asumiendo con nueva fuerza esta opción por los pobres, ponemos de manifiesto que todo proceso evangelizador implica la promoción humana y la auténtica liberación sin el cual no es posible un orden justo en la sociedad” (399).

La Iglesia es interpelada por las dramáticas tendencias de la realidad. Desde la Doctrina Social de la Iglesia podemos formular exigencias éticas y promover una teología de la creación y una teología de la responsabilidad.

A partir de la opción preferencial por los pobres, la Iglesia está llamada a enfrentar estos desafíos y analizar los déficit de justicia, orientación y cooperación que se observan en todas partes. No hacerlo, es traición al Evangelio.

ACTUAR

El momento de actuar es ahora o será demasiado tarde para todos. Urgen respuestas inmediatas, y no seguir la práctica de adoptar medidas aisladas y desarticuladas que sólo apuntan a mantener o restaurar el sistema actual.

Es evidente que con un modelo de desarrollo concebido únicamente como crecimiento económico no será posible alcanzar la justicia. No se debe seguir el ejemplo de las sociedades centradas en el consumo egoísta e irresponsable. Los recursos del mundo no serán suficientes. La crisis nos llama a buscar nuevos patrones de desarrollo. Los Estados juntos deben procurar normas que protejan la biodiversidad, el agua, el aire, la tierra, el ambiente, los bosques, los glaciares.

Los pobres y excluidos han de ser sujetos y actores de un nuevo orden político, económico, social, ecológico. Se impone un cambio en los estilos de vida y modos de producción. Se deben promover actitudes que alejen del consumismo y derroche de recursos naturales hacia actitudes solidarias en el uso responsable de los bienes, en un comportamiento ético que valore más el ser que el tener y que supere el mero afán de lucro o beneficio individual.

Es necesario favorecer los mercados locales y regionales. Se debe impulsar el papel regulador de los gobiernos frente a las industrias extractivas nacionales y trasnacionales para procurar estudios de impacto ambiental, consulta previa a las poblaciones afectadas, en perspectiva al desarrollo humano integral.

Las políticas públicas no se deben limitar a un enfoque meramente compensatorio asistencialista, sino llegar a cambios estructurales para combatir las causas de la pobreza.

Se debe definir una ética en las relaciones de comercio internacional, con una reforma de las organizaciones multilaterales del comercio, de las finanzas y la justicia tributaria.

jueves, 16 de abril de 2009

El poder de Cristo Resucitado no tiene límites

Mensaje de Pascua del Obispo de Saltillo
www.agenciacatolica.com.mx/index.php?option=com...

Escrito por Mons. Raúl Vera López, O.P.Domingo, 12 de Abril de 2009 13:06 (imagen)

En base a conceptos sencillos, concordes con la cultura de su tiempo, el texto del libro del Génesis narra la creación del mundo por parte de Dios como un todo que tiene consistencia, articulación ordenada y queda constituido en fundamentos sólidos, de acuerdo con lo que dispuso el Creador, y como lo ordenó con su palabra poderosa (Cf. Gn 1,1-2,25); este mundo portentoso es el que Dios encomendó a sus hijos e hijas. A lo largo de la historia, por medio de las ciencias y con su habilidad, la familia humana ha profundizado en el conocimiento y en el uso de todos los recursos que Él ha puesto en el universo.

/.../

Jesús, con su Muerte y Resurrección, abrió las puertas a la verdad y a la esperanza que nos vienen de Dios. Las lecturas que se proclaman en la Vigilia Pascual anuncian que Dios está a favor de la vida plena para todos (Gn 1,1-2,1; 22,1-18; Is 55,1-11; Ba 3,9-15. 32-4,4), de la libertad y la dignidad para cada una de las personas que vivimos en esta tierra (Ex 14,15-15,1; Is 54,5-14). En la celebración de la Pascua de Jesús, su Paso de la muerte a la vida, comprendemos nuestra propia pascua con Jesús, el cambio definitivo de nuestras vidas personales (Ez 36,16-28; Rm 6,3-11), y el rumbo nuevo que adquiere la historia humana y, con ello, la renovación de la creación entera que realiza Jesús, por medio de su Pasión, Muerte y Resurrección.

Jesús viene a rehacer las relaciones del género humano con Dios, relaciones que se habían roto por medio del pecado; desde la mala inclinación que dejó este misterio en los seres humanos, ellos han intentado recorrer un camino sin tener en cuenta a su Creador y Padre, y empezaron a destruirse a sí mismos y al mundo hermoso que Él les entregó como casa común para que la construyeran juntos, la disfrutaran y vivieran en paz, como verdaderos hermanos y verdaderas hermanas.

La Pascua judía en los elementos que contiene hace referencia al éxodo que los hebreos emprendieron desde Egipto hasta la Tierra Prometida, después de que la celebraron la noche de su liberación. Por eso utilizan en su celebración el atuendo de quien va a empezar a viajar y la acompañan con panes ázimos, es decir, sin levadura, porque no hubo tiempo para que fermentara la masa, pues debían salir de Egipto a toda de prisa. La Pascua de Cristo abre el camino a un nuevo éxodo que ya no es como el de los hebreos, una emigración de un lugar geográfico a otro. El éxodo que se inicia al celebrar la Pascua de Jesús tiene otras características.

El Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma, que es un tiempo de preparación a la celebración del Triduo Pascual son los días durante los cuales conmemoramos la Pascua de Jesús. Al momento en que el Miércoles de Ceniza se impone la ceniza, sobre quien la recibe se pronuncian las siguientes palabras: “Conviértete y cree en el Evangelio”, o también, “Acuérdate que eres polvo y al polvo has de volver”. Ambas expresiones tienen que ver con el espíritu de conversión con que se ha de vivir la Cuaresma. En esto consiste el éxodo al que Jesús invita en su Pascua, a quienes quieran participar en el nuevo y definitivo pacto que Dios ha hecho con la humanidad, abandonar una manera de pensar y de actuar con criterios contrarios a la paz, al amor, a la justicia, a la verdad, a la dignidad humana y al respeto a los derechos fundamentales de la persona, que son los valores que se viven en el Reino de Dios -Reino que Él vino a iniciar en la tierra por medio de su Muerte y Resurrección- para adquirir un modo de pensar y de actuar dentro del estilo de vida que Jesús asumió y predicó. El invitó a asumir su estilo de vida a quienes quisieran seguirlo (Cf. Mt 11,28-30; 8,34-38; 20,24-28; Lc 22,27; Jn 13,1-17).

Asumir la Nueva y definitiva Alianza que Jesús viene a realizar con la humanidad, es entrar a vivir la propia vida personal y comunitaria en una dinámica totalmente nueva, dinámica que tiene su fundamento en la acción que Cristo realiza en el interior de quien lo acepta a Él, vida nueva que tiene que dar frutos en todas las opciones y actitudes ante los demás y con los demás. Esto es lo que San Pablo dice en el texto que se proclama durante la celebración de la Vigilia Pascual, texto que está tomado de la Carta a los Romanos: “Cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte. Fuimos, pues, con Él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva, sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con Él, a fin de que fuera destruido este cuerpo de pecado y ya no sirvamos al pecado”. (Rm 6,1-4.6.10).

Cristo, como Ministro de esta Nueva y definitiva Alianza, ha sido constituido con poder para llevarla adelante con aquellos que creamos en Él, actuando desde nuestro interior con el poder de su Espíritu. Lo atestigua el autor de la Carta a los Hebreos cuando dice: “Tenemos un Sumo Sacerdote tal, que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, al servicio del santuario y de la Tienda verdadera. Ha obtenido Él un ministerio tanto mejor cuanto es Mediador de una mejor Alianza. Porque les dice en tono de reproche: ‘He aquí que días vienen, dice el Señor, que concertaré con la casa de Israel y con la casa de Judá una nueva Alianza, no como la Alianza que hice con sus padres el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto. Como ellos no permanecieron fieles a mi Alianza, también yo me desentendí de ellos, dice el Señor. Esta es la Alianza que pactaré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en su mente, en sus corazones las grabaré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Porque me apiadaré de sus iniquidades y de sus pecados no me acordaré ya’”. [Heb 8,1-2.6. 8.10.12]

Cristo Resucitado tiene poder para destruir el mal

Teniendo tal sumo sacerdote, con poder para destruir el pecado del mundo, pongamos la plena confianza en Él para alcanzar la liberación del pecado y de todos los males que trae consigo, males que vemos tan extendidos por la sociedad en estos momentos de nuestra historia en Coahuila y en todo el país.

El Crimen Organizado

Los males que padecemos no son insalvables. Quiero hacer especial referencia a dos que nos aquejan en este momento en México y en nuestro Estado: La violencia generalizada y la inseguridad desatadas por el crimen organizado y la crisis económica. En cuanto a lo primero, existen los instrumentos internacionales para desmontar una de las estructuras del crimen organizado que no están siendo tocadas en la guerra contra el narcotráfico, su poderosa estructura económica. Dado que la actuación de los Cárteles en México ya está en el nivel del terrorismo, la resolución 1373 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aprobada el 28 de septiembre del 2001, ofrece elementos para abatir en una gran medida la fuerza económica que tienen. Hago referencia a dos puntos de esa resolución:

En el número uno, inciso (a) de la Resolución, el Consejo de
Seguridad Decide: que todos los Estados (miembros de las Naciones Unidas)
Prevengan y repriman la financiación de los actos de terrorismo. En el número
uno inciso (c), el Consejo de Seguridad Decide: que todos los Estados congelen
sin dilación los fondos y demás activos financieros o recursos económicos de las
personas que cometan, o intenten cometer, actos de terrorismo o participen en
ellos o faciliten su comisión; de las entidades de propiedad o bajo el control,
directos o indirectos, de esas personas, y de las personas y entidades que
actúen en nombre de esas personas y entidades o bajo sus órdenes, inclusive los
fondos obtenidos o derivados de los bienes de propiedad o bajo el control,
directos o indirectos, de esas personas y de las personas y entidades asociadas
con ellos.

La Crisis Económica

La otra estructura que permite actuar con mucho poder y desarrollarse en el alto grado que ha llegado a tener en el país, es el apoyo que recibe desde los círculos políticos. Para desmontar esto no existe otro camino que el trabajo de inteligencia que lleve a detectar a las personas que desde dentro de las estructuras del Estado Mexicano están contribuyendo a la destrucción de México con su apoyo cómplice al Narcotráfico. Se debe proceder a destitución y juzgarlas conforme a los crímenes que han estado cometiendo.

La sociedad en general debe actuar desde todos los niveles para hacer presión sobre las autoridades a todos los niveles, federal, estatal y municipal, para impulsarlos a cumplir con su deber, pues sin esta presión no lo van a realizar muy fácilmente, dado el alto grado de complicidad en que han entrado con el crimen organizado, muchos y muchas de quienes deberían velar por la seguridad de nuestras vidas y de nuestros bienes. No podemos esperar que esto se acabe sólo porque metan a la cárcel a unos cuantos miembros de sus brazos armados y caigan algunas cabezas de los cárteles. Si continúan con todo su dinero y cobijados en el poder de varios políticos, seguirá creciendo su poder hasta que lleguemos a ver a México, en muy corto plazo, en la condición de Estado Fallido, pues el crecimiento de la violencia que provoca el crimen organizado es exponencial.

La crisis planetaria del modelo económico globalizado que ha imperado desde hace varios años en la sociedad mundial, ha comenzado con el desplome de dicho modelo en el país más poderoso del mundo en ese campo, los Estados Unidos. Este derrumbe a puesto en claro su inoperancia y debilidad; ha sacado además a la luz del alto grado de corrupción que ha debido impulsar por todas partes, par poderse sostener. Para quienes tienen un concepto honesto y racional de lo que debe ser un sistema económico, esto no ha sido ninguna novedad, como dice el Evangelio, “por los frutos se conoce el árbol”, este sistema ha estado multiplicado la pobreza, ha destruido y puesto en la ruina grandes sectores de la sociedad mundial; ha colocado a muchos países en un tal desequilibrio socio-económico, que ha derivado en desequilibrios socio-políticos de inestabilidad social e ingobernabilidad.

Escuchemos la calificación que de este sistema económico dan los Obispos Latinoamericanos y Caribeños en el Documento Conclusivo de su V Asamblea General celebrada en Aparecida Brasil, en el mes de mayo de 2007:

“Lamentablemente la cara más extendida y exitosa de la
globalización es su dimensión económica que se sobrepone y condiciona las otras
dimensiones de la vida humana. En la globalización, la dinámica del mercado
absolutiza con facilidad la eficacia y la productividad como valores reguladores
de todas las relaciones humanas. Este peculiar carácter hace de la globalización
un proceso promotor de inequidades e injusticias múltiples. La globalización,
tal y como está configurada actualmente, no es capaz de interpretar y reaccionar
en función de valores objetivos que se encuentran más allá del mercado y que
constituyen lo más importante de la vida humana: la verdad, la justicia, el
amor, y muy especialmente, la dignidad y los derechos de todos, aún de aquellos
que viven al margen del propio mercado (n. 61).

Quienes profesamos nuestra fe en Cristo y lo vemos resucitado y constituido Rey del Universo y Señor de la historia, no podemos callar ni dejar de trabajar por mejorar las cosas ante un modelo económico cargado de injusticias y promotor de tanta pobreza, desempleo y corrupción en todos los niveles, como lo ha demostrado esta crisis planetaria, debido a las bases falsas de la codicia y la ambición, la injusticia, la mentira y la deshonestidad en la que ha puesto sus bases. No podemos creer ni promover que este modelo se rehaga sin cambiar sus bases injustas; tenemos que pugnar porque la economía mundial vuelva a tener sus fundamentoso verdaderos que son la distribución justa de los bienes de la tierra y la promoción de un desarrollo sustentable, para todas y todos quienes habitamos en esta tierra.

La confianza y esperanza en Dios, fundamento de la vida del Mundo

Esta Nueva Alianza que Dios Padre nos ofrece y que sella con la Resurrección de su Hijo amado, supone que nosotros y nosotras pongamos nuestra esperanza solamente en Dios. La coyuntura actual está definida por la crisis económica que golpea a quienes menos tienen y por la violencia del narcotráfico que parece alcanzarnos a todos y a todas. Vivir la Resurrección de Jesús como un anticipo de nuestra propia resurrección, supone poner nuestra fe y nuestra esperanza sólo en Dios y desde Él actuar en consecuencia, para difundir el bien y los verdaderos valores en la sociedad, confiados en la fuerza que imprime desde nuestro interior Jesucristo resucitado. No podemos confiar en que los banqueros y los hombres del dinero que provocaron esta crisis sean quienes nos ofrezcan una alternativa para salir adelante; no podemos confiar en que los partidos políticos y hombres de la política que están coludidos con el narcotráfico sean quienes nos protejan de su violencia.

Ninguna autoridad económica, ningún Partido, ningún dirigente financiero o político, ninguna política de Estado contra el narcotráfico o para vencer la crisis financiera, podrá deshacer los males que nos aquejan, si quiere hacerlo contra las bases en las que Dios ha fundado su Nueva Alianza con la humanidad por medio de su Hijo: la verdad, el amor, la justicia, la libertad y la paz verdadera. Este es un tiempo de gracia porque es un tiempo que nos permite a quienes somos creyentes volver a los fundamentos de nuestra fe, así firmemente anclados a la verdad del Evangelio de Jesús, trabajemos por la restauración de una sociedad tan dañada por el pecado de la avaricia y el egoísmo, por la mentira y la corrupción.

CON PROFUNDOS SENTIMIENTOS DE PAZ, DE AMOR Y CERCANÍA A LOS DEMÁS, DE MANERA ESPECIAL A QUIENES MÁS SUFREN EN ESTOS MOMENTOS, ENVÍO PARA TODOS Y TODAS, SIN EXCEPCIÓN ALGUNA, MI SALUDO CORDIAL DE PASCUA DE RESURRECCIÓN, QUE MARÍA NUESTRA MADRE DE GUADALUPE, CON SU INTERCESIÓN NOS AYUDE A QUE LA GRACIA REDENTORA DE CRISTO DE FRUTO ABUNDANTE EN ESTAS TIERRAS DE COAHUILA Y EN TODA LA NACIÓN. QUE DIOS LES BENDIGA. LES ABRAZO CON MUCHO AFECTO.

Saltillo, Coahuila, 12 de abril, Solemnidad de la Pascua de Resurrección, de 2009
Fr. Raúl Vera López, O.P. Obispo de Saltillo

jueves, 2 de abril de 2009

LXXXVI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CEM

Lago de Guadalupe, Estado de México, , 13 de noviembre de 2008

Mensaje de los Obispos de México al pueblo de Dios

LXXXVI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CEM

“No te pido que los saques del mundo sino que los preserves del Maligno ”
(Jn 17,15)

1. Los obispos reunidos en la LXXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, con gran alegría y esperanza, hemos dialogado y compartido conocimientos y experiencias durante estos días con ciento dieciocho laicos, varones y mujeres, procedentes de sesenta y siete diócesis y de algunos organismos nacionales. Se trata de fieles laicos empeñados en la transformación del mundo.

2. La presente Asamblea puede ser calificada como históricamente inédita por su temática, por su metodología y por sus participantes. Juntos, obispos y laicos, hemos logrado profundizar en la naturaleza y trascendencia de los desafíos más relevantes que reclaman la atención de la conciencia cristiana en el ámbito de la política, la economía, la cultura y los medios de comunicación, en esta dramática hora de la vida nacional.

3. A la luz del Evangelio, de la Carta Pastoral del Episcopado Mexicano, “Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos” y del Documento de “Aparecida”, hemos reflexionado sobre nuestras responsabilidades y la necesidad de impulsar un nuevo y valiente protagonismo laical.

4. Llenos de esperanza por la certeza de la compañía que Cristo nos brinda y atentos a los nuevos desafíos que nuestra Patria nos ofrece, los participantes en esta LXXXVI Asamblea Plenaria constatamos que vivimos en un auténtico cambio de época que comporta crisis profundas en diversas dimensiones de la vida personal y social, y grandes oportunidades para construir el Reino de Dios. Asimismo, vemos un buen número de laicos decididos a dar razón y testimonio público de su fe en los diversos ambientes en que viven: matrimonio, familia, trabajo, política, empresarios, cultura, medios de comunicación y defensa organizada de la vida humana.

5. Aceptamos como una gracia, la sed de Dios de nuestro pueblo especialmente entre los jóvenes e intelectuales que buscan la manera de establecer un diálogo entre la fe y la razón. Esta realidad nos vuelve a convocar a remar mar adentro con la nueva evangelización.

6. Agradecemos la presencia y participación del Sr. Presidente de la República, Sr. Felipe Calderón Hinojosa, en nuestra Asamblea y reconocemos, en todo lo que vale, el enorme esfuerzo del Gobierno Federal en la lucha contra el narcotráfico y la delincuencia organizada en todos los niveles. Con la esperanza de que las vidas cegadas en este combate florezcan en frutos de justicia y paz para la nación, y que pronto se logre una mayor coordinación entre las instancias responsables de perseguir el delito e impartir la justicia. ¡Cuánto sería conveniente que el Gobierno Federal, los Gobiernos de los Estados y los Partidos Políticos hicieran un pacto de unidad en la lucha contra la delincuencia organizada, para erradicar la corrupción de las estructuras del Estado Mexicano, en todos los niveles! Un acuerdo político es más necesario que nunca, ya que los bienes que están en juego no admiten la falta de colaboración solidaria entre todos.

7. Es encomiable el esfuerzo que están realizando las autoridades financieras para afrontar la crisis económica mundial y procurar el menor daño a los mexicanos. Una base que nos llena de esperanza es la alianza por la calidad de la educación, respuesta a un clamor generalizado de padres de familia, de maestros y de la sociedad en general que reconoce a la educación como un camino para el desarrollo integral.

8. Nos duele en carne propia la situación de un México herido y desencantado por los problemas de inseguridad, secuestros, sobrepoblación en las cárceles, corrupción general, hambre y marginación, desintegración familiar, rezago educativo, ineficacia en la búsqueda y aplicación de la justicia, narcotráfico, violación a los derechos humanos y crimen organizado que ponen en evidencia una falla en la conciencia personal y social al momento de reconocer la inalienable dignidad de la persona humana en todas sus fases de desarrollo. Así como la falta de valor civil y de denuncia.

9. Desde este punto de vista, la despenalización del aborto, en algunas entidades federativas, constituye el momento en que, de manera más explícita, se corrompe el fundamento del auténtico Estado de Derecho y se lastima la dignidad de los seres humanos más vulnerables e indefensos. Asimismo, la promoción activa de una vida sexual sin referentes morales objetivos, asociada al menosprecio de la familia constituida en torno al matrimonio, afecta gravemente la viabilidad de nuestra sociedad a mediano y largo plazo.

10. Las fallas profundas en el modelo educativo nacional han generado que nuestros niños y jóvenes se encuentren expuestos a un proyecto cultural con graves deformaciones éticas, antropológicas y cívicas.

11. Todos estos graves problemas se dan en el contexto de una crisis financiera global que coloca a México en una difícil situación, ya que el poder adquisitivo, la capacidad de ahorro y la posibilidad de emprender nuevas experiencias de trabajo generadoras de riqueza justamente distribuida, se dificultan enormemente para la mayor parte de la población. De hecho, México sigue siendo un país altamente inequitativo en el que la riqueza se encuentra concentrada en manos de muy pocos, mientras que más de la mitad de la población continúa viviendo debajo de los mínimos requeridos para poder desarrollarse de acuerdo a su dignidad.

12. La común preocupación de obispos y laicos por la delicada situación que sufre México nos urge a todos como Iglesia a una vivencia más decidida y coherente de nuestra identidad cristiana. Los obispos, como Pastores de la Iglesia, sin buscar el poder temporal, no podemos desentendernos de la realidad en la que vive nuestro pueblo y en la que descubrimos verdaderos signos de los tiempos que manifiestan un especial llamado de Dios. Asimismo, para los fieles laicos, este escenario social adquiere una especial significación, ya que por propia vocación, son quienes están llamados a transformar el mundo según Cristo.

13. Anunciar a Cristo al interior de los más diversos ambientes, estructuras e instituciones no puede realizarse más que renovando la conciencia de que el Evangelio es una buena nueva para toda persona y para toda la persona. Evangelizar es hacernos prójimos y anunciar que Jesucristo ha asumido y redimido la historia concreta de cada ser humano. De este modo, los cristianos al preocuparnos por los diversos temas y problemas de nuestro mundo partimos del hecho de que la fe en Jesucristo colabora de manera significativa a humanizar la existencia de los hombres y las mujeres en su contexto real. Esto muestra que evangelizar siempre es civilizar, es decir, promover el auténtico desarrollo humano de las personas y de los pueblos.

14. Los obispos mexicanos reconocemos junto con todos los obispos de América Latina y el Caribe que: “… a todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que ‘no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva’” (Aparecida 12).

15. Estamos convencidos de que los fieles laicos no sólo son miembros de la Iglesia a título pleno, sino que constituyen una verdadera expresión sacramental del servicio de la Iglesia al mundo. En ocasiones, el clericalismo se ha extendido tanto en laicos como en clérigos, dificultando que la identidad laical sea realmente reivindicada y proyectada en todos los ámbitos de la vida social. Por esa razón dijimos en la Carta Pastoral “Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos”: “Los fieles laicos cumplen su vocación cristiana principalmente en las tareas seculares. Su colaboración en el ámbito intraeclesial, si bien es relevante, no debe suprimir aquello que constituye su misión propia y específica dentro de la sociedad y de la Iglesia… es moralmente inaceptable que un laico traicione tácita o explícitamente los valores del evangelio en la vida social, y más si posee una responsabilidad pública de cualquier índole... Más aún, los fieles laicos han de ver en la participación política un camino arduo pero privilegiado para su propia santificación. La actividad política no es para los laicos el único modo de cumplir con su vocación. Sin embargo, sí es parte constitutiva e irrenunciable de sus responsabilidades ante Dios y ante la Nación” (270-273).

16. Del mismo modo, descubrimos con preocupación, que tanto fieles laicos como sacerdotes, consagrados y consagradas requerimos de una formación más sólida que permita vivir una fe madura y realmente capaz de ser criterio iluminador y transformador de las realidades terrenas, de acuerdo con Cristo. A través de esta formación será posible afirmar la verdad sobre el hombre revelada en Cristo, no sólo en el orden teórico, sino fundamentalmente como principio permanente, como criterio de juicio y como inspiración real para la acción de los laicos. De este modo, será posible responder a los diversos desafíos políticos, económicos, culturales y de los medios de comunicación que tenemos en nuestro actual contexto, con un sentido de trascendencia y confianza en la acción del Espíritu, superando la visión parcial que ofrece el mundo globalizado.

17. Los laicos con gran autonomía y libertad, movidos por la fe en Jesucristo que ha querido quedarse en la historia a través de la Iglesia, deben desarrollar con creatividad nuevos y más eficientes métodos y formas de presencia cristiana en el mundo. Tenemos el ejemplo histórico de laicos como Anacleto González Flores y compañeros mártires laicos, que fueron en momentos muy difíciles, testigos insignes de la vida de fe llevada hasta sus últimas consecuencias. De igual manera, se necesitan nuevas y más eficientes formas de acompañamiento evangelizador de los laicos que transforman el mundo.

18. Dentro de la amplia gama de actividades y compromisos que los fieles laicos pueden realizar con entera libertad, urge un renovado y valiente compromiso en los siguientes ámbitos: - la promoción y defensa valiente y eficaz del reconocimiento del derecho a la vida, desde la fecundación hasta la muerte natural; - la promoción y defensa de la dignidad y vocación de la mujer en la sociedad y en la Iglesia; - el fortalecimiento de la familia basada en el matrimonio instituido por el Creador; – la promoción de un modelo educativo que construya personalidades maduras tanto en el ámbito de la fe como en el campo del desarrollo humano integral; - el compromiso solidario con todos, en especial, con los más pobres y excluidos de nuestra sociedad; - la formación en Doctrina Social de la Iglesia de los diversos agentes que participan en las actividades productivas; – la reconstrucción positiva de las relaciones entre fe y razón, entre cristianismo y cultura; – la promoción y defensa de los derechos humanos fundamentales, entre los cuales, el derecho a la libertad religiosa ocupa un lugar prioritario; - la formación de una nueva ciudadanía, más responsable, más participativa y más capaz de comprometerse activamente con la gestión del bien común.

19. En orden a un renovado impulso misionero permanente y en consonancia con la misión continental, que abarque tanto los alejados del influjo del Evangelio, como a los que nunca han recibido la buena noticia, y sin olvidar a los que han perdido el entusiasmo del principio, los obispos nos comprometemos a hacer todo lo que esté de nuestra parte para reconocer y promover activamente un nuevo protagonismo de los fieles laicos en la Iglesia y en la sociedad, particularmente en lo que toca en la participación cívica y política. Ya que de los fieles laicos depende, en buena medida, el que ante los desafíos culturales del presente y del futuro, podamos ofrecer como Iglesia un aporte significativo para la construcción de una sociedad con una orientación más humana y en el fondo más cristiana.

20. “En el mundo tendrán tribulaciones, pero ¡ánimo! Yo he vencido al mundo” (Jn 16,33). Regresamos a nuestras comunidades reanimados, esperanzados y agradecidos con Jesucristo, Señor de la Historia, que nos sigue enviando a proclamar la buena notica del Reino. México nos necesita a todos y todos debemos responder con magnanimidad y esperanza, a los retos que el presente nos ofrece. Por ello, hemos de superar las diversas desconfianzas que algunas veces han marcado las relaciones entre jerarquía y laicado, y, recomenzando desde Cristo, dar un paso nuevo en el camino para la construcción de una sociedad más justa, solidaria y reconciliada mediante la reconstrucción del tejido social, en la que se verifique el aporte y novedad del acontecimiento cristiano para todos los mexicanos. Los saludamos con afecto. Que Santa María de Guadalupe y San Juan Diego, discípulos y misioneros, nos consigan las gracias necesarias para perseverar anunciando el evangelio de la vida y la esperanza, para todos en nuestra querida Patria.

Por los Obispos de México
+ Carlos Aguiar RetesObispo de TexcocoPresidente de la CEM
+ José Leopoldo González GonzálezObispo Auxiliar de Guadalajara Secretario General de la CEM

© 2008 CEM :: CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO

martes, 10 de marzo de 2009

EL BIEN COMÚN GLOBAL ANTE LA ESCASEZ DE RECURSOS

Escrito por Simposio CELAM-Misereor Martes, 10 de Marzo de 2009 10:08

El bien común global ante la escasez de recursos
Simposio CELAM-Misereor, Ciudad del Vaticano, 06/07.03.2009
Declaración.

Como parte de la reflexión sobre los procesos globales de justicia y solidaridad y dentro de una historia de buena cooperación por varios años, el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe) y MISEREOR de Alemania (Obra Episcopal para el Desarrollo) han llevado a cabo este simposio con Obispos y expertos acerca del “bien común global ante la escasez de recursos”.
Es parte de un camino de varios eventos realizados, entre ellos el llevado a cabo también en Ciudad del Vaticano en 2007 como parte del itinerario hacia la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y de El Caribe en Aparecida, y se nutre de los trabajos realizados por el IPCC, el IAASTD y el IPSRM[1].
En el contexto actual del cambio climático, la crisis financiera internacional y la limitación de los bienes naturales, estimamos necesario tener un espacio de reflexión como organizaciones de Iglesia para hacer un aporte a la sociedad desde la fe. Nos preocupa la velocidad de los cambios y la lentitud de los procesos sociales frente a ellos. Se evidencian víctimas y amenazas para las personas que luchan por la dignidad de los hijos e hijas de Dios.
Hemos analizado diversas informaciones acerca del cambio climático, la crisis alimentaria, la situación del agua, el avance de la deforestación en la Amazonía, las tendencias hacia los agrocombustibles entre otros. Todos estos informes son de acceso público y de amplia divulgación.

El Documento Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II, en el No. 26 nos dice: ”De esta interdependencia, cada día más estrecha, que se va extendiendo poco a poco a todo el mundo, se sigue que el bien común... hoy se hace cada vez más universal e implica, como consecuencia, una serie de derechos y deberes que afectan a todo el género humano. Toda asociación ha de tener siempre en debida cuenta las necesidades y legítimos deseos de otros grupos; mejor dicho, el interés por el bien común de toda la familia humana”.
En esta perspectiva nos pronunciamos dirigiéndonos a gobernantes, legisladores, académicos, lìderes sociales, empresariales, y al pueblo.

Una mirada al contexto

Ante el trasfondo de la globalización y el límite cada vez más visible de los bienes del planeta, así como la grave crisis del mercado desregulado, es necesario definir nuevamente el concepto de bien común, considerando que las perspectivas nacionales sólo inciden de forma insuficiente. A nivel internacional la presión sobre los bienes naturales aumenta intensamente y en el futuro la seguridad sobre el suministro de materias primas y de alimentos determinará en forma esencial las relaciones bilaterales y multilaterales, poniendo en serio riesgo la paz.
La limitación de los recursos naturales y su distribución afecta la justicia en sus diferentes dimensiones: las posibilidades y acceso a los recursos dentro de los países que poseen materias primas; el intercambio entre los países que comercian con las mismas; el futuro de las generaciones. A esto se añade que determinados bienes naturales tienen el carácter de bienes públicos. El uso de la biósfera, de la atmósfera y de las reservas de agua dulce es por lo general realizado de manera irracional. Se observa además en varios países la privatización de bienes públicos.

Es preciso afirmar con claridad que un acceso al agua al alcance de los pobres es un derecho humano, fuera de la lógica del mercado, lo que debería reflejarse en los sistemas de abastecimiento.
La crisis alimentaria “se caracteriza no tanto por la insufiuciencia de alimentos, sino por las dificultades para obtenerlos y por fenómenos especulativos y, por tanto, por la falta de un entramado de instituciones políticas y económicas capaces de afrontar las necesidades y emergencias” (SS. Beneducto XVI, 1ro. De enero 2009, Mensaje por la Jonada por la Paz).
La actual crisis del mercado financiero nos muestra que la autoregulación de los mercados es una ilusión que ha llevado a un “callejón sin salida” y que la visión cristiana de que la economía debe servir al ser humano y a su bienestar ha quedado relegada.

La crisis económica global ahora afecta a países en vías de desarrollo más que a los países ricos. Los países latinoamericanos y otros están sufriendo la reducción de las exportaciones e ingresos, del aumento de la desocupación, de precios más bajos de las materias primas y del aumento de la deuda pública. Hay un movimiento para la reforma de la Arquitectura Financiera Global como por ejemplo la iniciativa del G-20, pero los países pobres no pueden participar.
En las deliberaciones sobre la reforma del orden económico global, los intereses de los paìses en vìas de desarrollo y de su población empobrecida no tienen prioridad.
Hasta ahora las políticas nacionales e internacionales no han podido dar respuestas adecuadas a estos grandes retos. Prácticamente no existen mecanismos globales con poder de control legitimadas democráticamente y con capacidad de negociar y prevalecer. Esta situación lleva a que los intereses particulares de grupos económicos y políticos compitan con los intereses de Estados nacionales. En este escenario las necesidades de los pobres y el bien común global se dejan de lado.
Los pobres son las mayores víctimas de la explotación ecológicamente desconsiderada de las materias primas, de la corrupción, del aprovechamiento abusivo de la atmósfera y del agua disponible, de las escandalosas consecuencias resultantes de mercados financieros colapsantes y de la escasez creciente de bienes.
Hemos entrado en una nueva época, lo que exige a la Iglesia y a la sociedad un nuevo paradigma cultural como base de un modo de vida en la línea de reconocer lo finito de los bienes naturales.

El bien común global.

El bien común no es la simple suma de los bienes particulares de cada persona o grupo social. La visión holística de la Iglesia sobre el bien común se fundamenta en la dignidad de la persona humana que, creada a imagen y semejanza de Dios (Gen 1, 26-27) es simultánea e indisolublemente persona y sociedad. Consiste en el “conjunto de aquellas condiciones sociales que permiten y favorecen a los seres humanos, a las familias y asociaciones el logro más pleno y más rápido de su perfección” (GS 74). Por este motivo, constituye el sentido y la razón de ser más profunda de la comunidad política, de las instituciones sociales y, en modo particular, de la autoridad civil.
Es el fin y el criterio de toda acción social y política, en todos los niveles: local, nacional e internacional.
En nuestro tiempo, la interdependencia creciente entre los pueblos obra de tal manera que impide que cada nación y su respectivo gobierno, pueda por sí solo procurar el bien común de sus habitantes.
Hemos de tomar conciencia que el cambio climático, la crisis de energía, la crisis financiera, la escasez de alimentos, la disminución de los recursos naturales, etc son desafíos tan globales que han de ser asumidos por todos y, de modo especial, por aquéllos paìses cuya responsabilidad es mayor en la generación de las causas que amenazan la vida humana y la integridad de la creación.
El bien común a custodiar no es ya aisladamente el bien de cada pueblo. Sus dimensiones, cada vez más universales, nos permiten hablar del bien común global. El planeta es la casa de la familia humana y de toda la creación, que hemos de cuidar responsable y solidariamente entre todos.
Conlleva el bienestar de las personas, especialmente las más vulnerables, considerando que estamos en un contexto de pobreza, desigualdad, exclusión social y que la creación está en riesgo.
El momento de actuar es ahora o será demasiado tarde para todos. Urgen respuestas inmediatas, y no seguir la práctica de adoptar medidas aisladas y desarticuladas que sólo apuntan a mantener o restaurar el sistema actual.
Es evidente que con un modelo de desarrollo concebido únicamente como crecimiento económico no será posible alcanzar la justicia en el mundo. No se debe seguir el ejemplo de las sociedades centradas en el consumo egoísta e irresponsable. Los recursos del mundo sencillamante no serán suficientes. La crisis nos llama a buscar nuevos patrones de desarrollo para el planeta tanto para el norte como para el sur.

Es necesario valorar el crecimiento económico desde la ética del desarrollo. Es la economía para el ser humano y no al revés, como dice Paulo VI en Populorum Progressio No. 20.
Todo esto evidencia la necesidad de un nuevo consenso social global para una nueva convivencia humana en y con el planeta, a una co-responsabilidad norte-sur de cara a la distribución equitativa de los bienes en todo el mundo, considerando las actuales y futuras generaciones. Hoy el bien común tiene una dimensión cada vez más universal, implica derechos y deberes. En este contexto debemos aplicar el principio del destino universal de los bienes.
La Iglesia es interpelada por las dramáticas tendencias de la realidad. Desde la Doctrina Social de Ia Iglesia podemos formular exigencias éticas que deben ser observadas al buscar soluciones, promover una teología de la creación y una teología de la responsabilidad. Es la hora de una nueva actitud de la Iglesia dentro de su propia Misión , convocada a la tarea de buscar caminos para un nuevo orden global, en colaboración con otros grupos y organizaciones. Los pobres y excluidos han de ser también sujetos y actores de un nuevo orden político, económico, social, ecológico. En el ejercicio de la solidaridad y subsidiariedad con auténtica voz profética, se impone un cambio en los estilos de vida y modos de producciòn.
El comportamiento de la minería o de cualquier industria extractiva que se mueva sólo por el lucro, jamás se ocupará de estos aspectos.
Dado que los gobiernos son responsables de garantizar el bien común de las personas, se requiere su compromiso frente a las necesidades de una verdadera regulación de los mercados y políticas públicas centradas en el bien común global. Los Estados juntos deben procurar normas que protejan la biodiversidad, el agua, el aire, la tierra, el ambiente, los bosques, los glaciares.
A partir de la opción preferencial por los pobres, la Iglesia está llamada a enfrentar estos desafíos y analizar los déficit de justicia, orientación y cooperación que se observan en todas partes. En última instancia se trata de que ella tome posición desde una perspectiva social y ética de la economía respecto a su definición, contenido de valores y configuración institucional.

Desafíos éticos y líneas de acción

Se nos presentan desafíos a varios niveles: en las responsabilidades de las personas, de los niveles nacionales, supranacionales y globales.
En cuanto a las personas, promover actitudes que alejen del consumismo y derroche de recursos naturales hacia actitudes solidarias en el uso responsable de los bienes, dentro de un comportamiento ético que valore más el ser que el tener y que supere el mero afán de lucro o beneficio individual.
A nivel de los Estados nacionales, incrementar la eficiencia en el uso de los recursos naturales; promover políticas públicas que favorezcan el cuidado de los bienes y la agricultura multifuncional, entendiendo por ella no solamente el trabajo de la tierra sino todas las dimensiones que implica tales como los aspectos culturales, sociales, ecológicos y económicos. Esto implica políticas públicas que abarquen la integralidad de la vida rural.

Es necesario favorecer los mercados locales y regionales dentro del intercambio con equidad, cuidando la seguridad y soberanía alimentaria. Se debe impulsar el papel regulador de los gobiernos frente a las industrias extractivas nacionales y trasnacionales para procurar estudios serios de impacto ambiental, consulta previa a las poblaciones afectadas, en perspectiva al desarrollo humano integral. Es imperativo el cuidado del agua, del aire, los bosques, los glaciares y la protección de la biodiversidad.
Se requiere garantizar la plena vigencia de los derechos humanos tanto los que tienen que ver con el cuidado y sostenimiento de la vida (al agua, a la alimentación, a la vivienda) como los que tienen que ver con su aporte y participación en la sociedad civil (los derechos civiles y políticos). Es necesario fomentar el criterio de uso eficiente, eficaz, equitativo, sostenible y suficiente de los recursos naturales, especialmente en el consumo, valorando con justicia e incentivando los servicios ambientales y socio culturales de campesinos, indígenas, afrodescendientes, ribereños y diversas poblaciones.
Es necesario Integrar en el sistema educativo el nuevo paradigma cultural que reconoce lo finito de los recursos naturales. En esta línea es muy importante el papel de los medios de comunicación social que deben ser aliados en generar conciencia de la necesidad del cuidado del planeta.
Las políticas públicas no se deben limitar a un enfoque meramente compensatorio asistencialista sino llegar a cambios estructurales para combatir las causas de la pobreza. Se requieren incentivos fiscales capaces de promover un desarrollo limpio, equitativo y sostenible.
En el Orden Global es necesario promover un acuerdo internacional de reducción de emisiones a no menos del 50% hasta el año 2050. Es imperioso incluir los costos ambientales en los procesos económicos y el reconocimiento de los servicios ambientales que por años América Latina y El Caribe, junto con otras regiones, vienen brindando al mundo.
Es necesario establecer un sistema transparente, equitativo e incluyente de transacciones económicas dirigidas a reducir las emisiones, apoyar a las poblaciones empobrecidas a adaptarse a los efectos del cambio climático en condiciones dignas.
Se debe definir una ética en las relaciones de comercio internacional, lo que implica la reforma fundamental de organizaciones multilaterales del comercio (OMC), de las finanzas (IFIs) y la justicia tributaria.
Hay que buscar que los delitos ecológicos sean punibles de sanción penal en los tribunales de derechos humanos. No debe haber impunidad para quienes provocan depredación, contaminaciòn irreversible y muerte de comunidades humanas.
Es necesario tener en cuenta las propuestas resultantes de los análisis de organizaciones internacionales expertas tales como IPCC, IAASTD, IPSRM.
En el actual contexto y de cara a las próximas décadas es necesario establecer nuevos mecanismos de reducción de la deuda externa de los países empobrecidos.
La construcción de la paz mundial requiere sistemas preventivos y de resolución de conflictos. Se requieren incentivos para la reducción de la deforestación, la transformación del esquema de energía, aumentando la eficiencia energética de energías limpias tales como la eólica y solar.
En esta línea nos desafía Aparecida para una renovada pastoral social, “Asumiendo con nueva fuerza esta opción por los pobres, ponemos de manifiesto que todo proceso evangelizador implica la promoción humana y la auténtica liberación sin el cual no es posible un orden justo en la sociedad” (DA 399, DI 3).

Cardenal Oscar Andrés Rodriguez Maradiaga, Presidente de Caritas Internationalis
Dom Raymundo Damasceno de Assis, Presidente de CELAM
Dom Geraldo Lyrio Rocha, Presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil (CNBB)
Dom Luiz Vieira, Vice- Presidente de la CNBB
Dom Dimas Lima Barbosa, Secretario General de la CNBB
Dom Ricardo Josef Weberberger, Comisión de Agua y Medio Ambiente CNBB
Mons. Jorge Eduardo Lozano, Responsable de la Sección de Pastoral Social del CELAM
Mons. Álvaro Ramazzini, Obispo de San Marcos, Guatemala
Mons. Norbert Strotmann, Obispo de Chosica, Perú
Mons. Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal de las Casas, México
Mons. Fernando Bargalló, Presidente de Secretariado Latinoamericano y del Caribe de Caritas (SELACC)
Mons. Matthias König, Miembro de la Comisión Episcopal para Misereor, Alemania
Mons. José Sayer, Director Ejecutivo de Misereor, Alemania
P. Sidney Fones, Secretario General Adjunto del CELAM
P. Enrique Quiroga, Secretario Ejecutivo del Departamento Justicia y Solidaridad de CELAM

[1]IPCC Intergovernmental Panel on Climate Change
IAASTD International Assessment of Agricultural Knowledge Science and Technology for Development
IPSRM International Panel for Sustainable Resource Management
Etiquetas: BIENCOMUN, CELAM, JUSTICIA, SOLIDARIDAD

miércoles, 25 de febrero de 2009

LA RECESIÓN ECONÓMICA

La Recesión económica
Escrito por Mons. Héctor González Martínez

Lunes, 23 de Febrero de 2009 12:29 -

El tema de la crisis económica es tema recurrente en las conversaciones. Por la historia de la humanidad sabemos que los sistemas sociales, políticos o económicos se agotan y pasan o dan la vuelta; cuando uno viene entrando otro va de salida. La Iglesia, apoyándose en la promesa de su Fundador y renovándose constantemente, ha visto sucederse muchos sistemas de diversos sentidos.

Con la Iglesia, a nosotros nos ha tocado ver caer reinos y dominaciones de tipo social, político,económico o ideológico. El último de ellos fue el sistema socialista comunista proveniente de la Unión Soviética, que falló hace veinte años y que no acaba de pasar del todo e incluso se reinstala y sobrevive tomando nuevos matices.

La desintegración de la Unión Soviética hizo sonreír a muchos de signo liberal, pensando que se quedaban a jugar solos en la cancha, como si fueran los buenos. Pero, de inmediato la enseñanza social de la Iglesia anotó la falla e hizo reflexionar: también el sistema capitalista guarda formas de pecado contra el hombre y por ende guarda germen de autodestrucción; porque si el socialismo soviético anula la libertad y la dignidad personal, inversamente el capitalismo salvaje privilegia el capital y el lucro sobre la persona.

Ya de años veíamos declinar el sistema capitalista, por la brecha cada vez más ancha entre los que arrastran sus pobrezas y los que nadan en la abundancia. Nuestra observación no es meramente sociológica sino sobre todo teológica. De un modo concreto observábamos los patrones económicos del poder, el tener, la técnica y el dinero imponerse sobre el sudor y el cansancio del pobre; observábamos las tarjetas de débito y de crédito abrirse camino e imponerse sobre los que no han aprendido a ahorrar y gastar con medida; veíamos como la sociedad norteamericana gastaba sin respaldo y sin administrar racionalmente el tener y el no tener. Aún entre nosotros, veíamos concretamente el uso desmedido de las tarjetas bancarias y los celulares.

De pocos años a la fecha, ya se hablaba del dinero virtual y de la recesión amenazante a la economía mundial, se hablaba de la crisis globalizada que arrastraría a todos; y los hombres sabedores de esta vorágine hablaban de blindaje; con palabras querían acallar el rumor de la tormenta que se avecinaba.

Y la recesión y la crisis llegaron. Y después de las primeras oleadas vienen los acuerdos y los planes para proteger la falta de empleo, la creciente desocupación, el regreso de migrantes, el resquebrajarse del sistema económico capitalista en que prevalecen el dinero y la ganancia sobre el trabajo y la persona. Lo peor de todo es que quizá las medidas acordadas, busquen remendar el sistema como remiendo nuevo sobre tela vieja.

El Papa Benedicto nos dice al respecto: “ hay una pobreza, una indigencia que Dios no quiere y que hay que combatir; una pobreza que impide a las personas y a las familias, vivir según su dignidad; pobreza que ofende a la justicia y a la igualdad y que, como tal amenaza la convivencia pacífica” “¿estamos preparados para leer (la actual crisis), en su complejidad, como desafí para el futuro y no sóo como una emergencia a la que se dan respuestas a corto plazo? ¿Estamos dispuestos a hacer juntos una revisió profunda del modelo de desarrollo dominante para corregirlo de forma concertada y a largo plazo? Lo exigen, más que las dificultades financieras inmediatas, el estado de salud ecolóica del planeta y, sobre todo, la crisis cultural y moral, cuyos síntomas son evidentes desde hace tiempo en todo el mundo”.

+ Héctor Gonzáez Martíez
Arzobispo de Durango