Escrito por Mons. Héctor González Martínez
Viernes, 17 de Abril de 2009 08:40
Exhortación Pascual
En este tiempo central del Año Litúrgico, habiendo conmemorado cuaresma y el Triduo Pascual para mejorar nuestro cristianismo, saludo afectuosamente a feligreses y ciudadanos. Les saludo augurando que hayan transitado por el tiempo litúrgico con pasos de conversión. Saludándoles en este domingo de Resurrección les ofrezco la presente Exhortación Pastoral sobre nuestra Pasión y Resurrección hoy.
2.- CONTEMPLACIÓN
A propósito del narcotráfico y la violencia, el día 6 de agosto del 2008, la Arquidiócesis publicó una Exhortación Pastoral por la salud y la vida. A la fecha, la situación no ha mejorado: al contrario, se acrecienta; y dicha Exhortación sigue vigente y aún es muy aprovechable; hay que retomarla y sacarle provecho. Profundizando más, en domingo de Resurrección, contemplemos la Pasión del Señor, porque proyecta luz sobre las circunstancias sociales que vivimos. El profeta Isaías, a distancia de siglos, contempla al siervo doliente: “no tenía apariencia ni presencia; no tenía aspecto que pudiéramos estimar. Despreciado, marginado, hombre doliente y enfermizo, como de taparse el rostro para no verlo. Despreciable, un don nadie”(53, 2-3). Isaías, en el siervo doliente nos ve también a nosotros: “con todo eran nuestras dolencias las que Él llevaba y nuestros dolores los que soportaba” (53, 4). Y el salmo 22,2-3, pone en boca de Jesús la angustia y el abandono de la pasión “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? Estás lejos de mi queja, de mis gritos y gemidos. Clamo de día, Dios mío, y no respondes, también de noche, sin ahorrar palabras”. El profeta Jeremías, en sus sufrimientos corporales, prefigura al siervo doliente: sus enemigos “se apoderaron de Jeremías y lo echaron en la cisterna… que había en el patio de la guardia, descolgando a Jeremías con sogas. En el pozo no había agua sino fango, y Jeremías se hundió en el fango…Ebimélec habló al rey en estos términos: oh mi señor el rey, está mal hecho todo cuanto esos hombres han hecho con el profeta Jeremías”; lo sacaron, y “Jeremías se quedó en el patio de la guardia”. Jeremías encarna al siervo doliente: “Soy el hombre que ha visto la aflicción bajo el látigo de su furor. Me ha llevado y me ha hecho caminar en tiniebla y sin luz. Contra mí vuelve y revuelve su mano todo el día” (Lamentaciones 3, 1-3).
3.-NUESTRA PASIÓN
La situación que vivimos, como en el caso de Jeremías, se refleja como en un espejo en la Pasión de nuestro Señor Jesucristo. Desde nuestra situación podemos pues acercarnos al Redentor del hombre. La experiencia personal y comunitaria de la Pasión y Muerte del Señor se ha recrudecido en nuestra carne mortal. Hace aproximadamente cincuenta años que nuestra vida cívico–social se viene deteriorando, por causas del entorno mundial, principalmente la postmodernidad o pensamiento débil y sus manifestaciones de constructivismo relativismo doctrinal y moral, reduccionismo moral y ético y el fenómeno de la globalización mundial. También parece que por el cierre de la frontera norte de México, el narcotráfico se ha replegado a los estados del norte del país. En consecuencia, ya va para dos años que la inseguridad y la violencia que origina el narcotráfico se difunden más y más por el país y por nuestros estados, y nos hacen recordar los años de la mafia de Sicilia o de Chicago. Los grupos, de narcotraficantes o no, le estiran a la cobija cada quien para su lado, queriendo repartirse el control del territorio. Cada semana se sabe de balaceras aquí o allá, cerca o lejos; se sabe de amenaza de bombas y explosión de granadas, de levantados, de ejecutados y cobro de denuncias. ¡Lástima que muchos tengan oídos sordos o ya se vayan acostumbrando! Algunos grupos aparecen como antagónicos, destacándose en discutir directamente a sus contrincantes las plazas y los distribuidores: van por los contrarios, los levantan, los ocultan, los masacran, los descabezan y los exponen en la vía pública. A veces, algunos, de nómadas se van haciendo sedentarios, asentándose en poblaciones grandes pequeñas. Otros se posesionan del control de los pueblos, suplantando a las autoridades legítimamente constituidas, sintiéndose sus protectores; en pago de ello obligan a la gente a pagar un tributo. Paralelamente existen partidas que se valen de la confusión, dedicadas simplemente a extorsionar a ricos y pobres. Se consiguen direcciones y haciéndose pasar por Zetas, por la Familia michoacana, la Línea u otros: telefonean exigiendo cantidades en efectivo, pero también en especie, inclusive vehículos o bienes muebles. Los párrafos anteriores no agotan la descripción del fenómeno; la situación no ha mejorado, antes se vuelve más confusa. Nuestra situación nos asemeja a la Pasión y nos hace clamar igual que Jeremías o que el salmista.
4.- LOS PUEBLOS Y SUS AUTORIDADES
La gente de los pueblos se siente desorientada, desconcertada y en psicosis, sin autoridad competente que ponga orden a tan crítica situación que casi se vuelve caótica. Algunos pueblos se defienden acudiendo más a los templos y recurriendo a la oración, cavando fosas en el paso de los caminos o alrededor de los poblados, turnándose por casas para dormir juntos, hasta el extremo de dormir en las azoteas de las casas para descansar o para vigilar. La gente se siente desprotegida de sus autoridades, que no han mostrado capacidad y competencia para restablecer la paz pública; vgr. además de esta ciudad, Sta. María del Oro, San Bernardo, Guanaceví, Tepehuanes, Santiago Papasquiaro, El Salto, Guadalupe Victoria, Ramón Corona, Vicente Guerrero, Cuencamé, Súchil, Chalchihuites, San Andrés del Teúl, etc. La gente también clama por la ayuda de sus pastores, quienes se encuentran en situación parecida, pues también a ellos les ha alcanzado la inseguridad y la extorsión. Ciertamente la religión no es un recurso meramente estratégico para proteger a la población; es poderosa defensa confiando en la mano providente de Dios: “Señor, hazme justicia, defiende mi causa contra gente sin piedad; sálvame del hombre injusto y malvado: Tú, que eres mi Dios y mi defensa” (Salmo 42, 1-2).
5.- ORIENTACIONES Y ORDENAMIENTOS PASTORALES
Confiando firmemente en la Divina Providencia que nos guarda y protege diariamente, con seguridad de que el Señor nos libra de peligros y enemigos, alentemos nuestra esperanza y cantémosle: “Poderoso es nuestro Dios, poderoso es nuestro Dios…”; recemos la Coronilla de la Misericordia Divina, por nosotros y por los descarriados; confiemos en las oraciones que diariamente decimos en misa: “Líbranos, Señor, de todos los males pasados, presentes y futuros…”; recurramos a la antigua plegaria litúrgica invocando a San Miguel Arcángel; renovemos la devoción al Santo Ángel de la Guarda. Con la consiguiente seguridad de que también nosotros tenemos poder y algo o mucho podemos hacer, contrarrestemos el narcotráfico, cuidemos nuestras familias, organicémonos solidariamente, acudamos confiadamente a las autoridades, etc. Las familias, prevengan y protejan a sus hijos; pongan atención al cuidado de ellos. Evítenles los videojuegos propensos a la violencia. Fomenten más la convivencia familiar. Sobre todo aprovechen la formación y el estudio de la IV Etapa de la Misión como “Año de la familia”. Los presbíteros, háganse solidarios de sus fieles, no sean ajenos ni sordos; siempre y más en estos tiempos, estén dispuestos a escuchar a su gente y orientarla con la Palabra de Dios. Las autoridades, tomen en cuenta que la gente desconfía y percibe que las denuncias se filtran, llegando hasta los mismos captores o agresores, quienes luego se vengan. Atiendan pues seriamente las quejas de la gente. Todos los ciudadanos y todos los creyentes tienen parte de responsabilidad en la atención a la realidad que compartimos. A pesar de la desconfianza y aunque es difícil, con valor civil y religioso, superen el miedo y acudan a la denuncia anónima, haciendo de ello la cultura de la denuncia civil. Las comunidades: diocesana y parroquiales y los Decanatos organicen semanas o jornadas de oración por la paz y otras iniciativas, como la Coronilla al Señor de la Misericordia. Las parroquias, fomenten permanentemente la salud mental. Los maestros de escuela, los catequistas de la Iglesia y toda clase de grupos sociales o religiosos, participen en la educación preventiva. Expongan la belleza de la creación. Por lo pronto, para el sábado 18 de este mes, a las 5 de la tarde, el Decanato de Cristo Rey invita a una Peregrinación por la paz, desde el Templo de Analco hasta el Templo del Señor de la Misericordia Divina. Para el domingo 19 de este mes a las 3 de la tarde les invitamos a un Rosario por la paz en la Plazuela Baca Ortiz. Para el viernes 12 de junio, la Arquidiócesis peregrinará a la Basílica de Guadalupe. Están todos invitados a implorar a la Virgen de Guadalupe en favor Durango y de Zacatecas. Y todo esto, ¿para qué? Habrá quien vea esas situaciones como irrelevantes o sin remedio; habrá quienes no tengan confianza en el recurso a Dios. Pero los católicos estamos seguros de que el brazo poderoso de Dios ha acompañado siempre la historia del hombre.
6.- ALÉGRENSE EN EL SEÑOR RESUCITADO
El Misterio Pascual, que incluye la Resurrección, está en el centro del Misterio Cristiano; más aun, es el centro de toda la vida de los bautizados. La Resurrección ilumine pues nuestra situación; hagámoslo vivencia y experiencia cristianas. La Resurrección de Cristo, punto central y básico de la vida cristiana ,se constata por el sepulcro vacío, el sudario, las vendas, las apariciones que llevaron a cada uno de los apóstoles a la convicción de fe: ¡Jesús ha resucitado! Misterio de Jesús que comprende vida, pasión, muerte y resurrección. Y así también la vida humana está entretejida de grandes aspiraciones y de conflictos fuertes: los hombres buscamos el bien, la justicia y la vida, pero tenemos que atravesar por la muerte para alcanzar la vida en plenitud y la eterna felicidad. “Nosotros somos testigos de cuanto Jesús hizo en Judea y en Jerusalén.
Lo mataron colgándolo de la cruz; pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que Él de antemano había escogido: a nosotros que hemos comido y bebido con Él después de que resucitó de entre los muertos”. (Hch 10, 39-41). Y aunque sea como en retazos, también nosotros ejecutamos lo que dice el texto: “nosotros somos testigos” de la vida, pasión y muerte del Señor; experiencia de la entrega y del sufrimiento. Pero, “si el grano de trigo muere da mucho fruto” (Jn. 12, 24) como en el Misterio Pascual del Señor Jesús, también en nosotros, los sufrimientos de la vida presente tienen su coronamiento en luz de Resurrección. La vida de Jesús es el único criterio para saber cuáles son los bienes de arriba que llevan semilla de eternidad: hacer el bien con sencillez, buscar la justicia, vivir en la verdad y en la sinceridad, atender a los necesitados, sólo en Dios poner nuestra esperanza. Vivir este seguimiento de Cristo es enfilarnos hacia la Resurrección de Cristo en nosotros, es vida nueva y hombre nuevo.
CONCLUSIÓN
Oremos por todos los que sufren de variadas formas las consecuencias de esta conflictividad. Oremos, para que los hermanos descarriados logren comprender que el misterio del mal ha sido superado por la luz de Cristo; ojalá que se dejen tocar de la gracia redentora y entren en una vida nueva. Oremos por las autoridades civiles para que alcancen luces.
+ Héctor González MartínezArzobispo de Durango
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