viernes, 17 de abril de 2009

IGLESIA Y CRISIS ACTUALES

+ Felipe Arizmendi EsquivelObispo de San Cristóbal de Las Casas
4 de marzo de 2009
http://www.diocesisancristobal.com.mx


VER
Invitado por la organización alemana Misereor y por el CELAM, voy a Roma, a una reunión de obispos de América Latina con expertos mundiales sobre las crisis económica, alimentaria y climática. Reflexionaremos sobre las exigencias éticas del bien común global ante la escasez de recursos y la misión de la Iglesia.

Como pastores, no podemos permanecer indiferentes ante las incertidumbres, las penas y los sufrimientos de muchas personas. No debemos asemejarnos a los sacerdotes y levitas del Antiguo Testamento, que se reducían a cumplir sus servicios en el templo y nada hacían por los pobres, heridos por el camino. A nadie debería extrañar que abordemos estos temas, desde la perspectiva del Evangelio.

JUZGAR
Como dice el Papa Benedicto XVI, “la construcción de un orden social y estatal justo, es una tarea fundamental. Tratándose de un quehacer político, esto no puede ser un cometido inmediato de la Iglesia. Pero, como al mismo tiempo es una tarea humana primaria, la Iglesia tiene el deber de ofrecer, mediante la purificación de la razón y la formación ética, su contribución específica, para que las exigencias de la justicia sean comprensibles y políticamente realizables.

La Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia. Debe insertarse en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, sin las cuales la justicia, que siempre exige también renuncias, no puede afirmarse ni prosperar. La sociedad justa no puede ser obra de la Iglesia, sino de la política. No obstante, le interesa sobremanera trabajar por la justicia esforzándose por abrir la inteligencia y la voluntad a las exigencias del bien” (Deus caritas est, 28).

ACTUAR
Cada quien debemos preguntarnos qué nos toca hacer ante las crisis actuales. Se requiere, desde luego, una revisión del sistema económico mundial; hay que cambiar el modelo, que de por sí es injusto y generador de injusticias, pues para sostenerse requiere explotación, exclusión y destrucción. De esto vamos a tratar en Roma. Pero no podemos reducirnos a quejas y lamentos, culpando al neoliberalismo como la única raíz de los males, ni contentarnos con discursos virulentos contra lo establecido, que nos dejan contentos porque presumimos de ser antisistémicos y muy de izquierda, pero que nada modifican. El cambio global nos trasciende; pero hay cosas sencillas que podemos hacer. No esperemos que los grandes cambien el sistema, pues es éste el que los ha engrandecido y no van a renunciar a él. Generemos el cambio desde abajo y desde adentro.

Evita gastos superfluos y educa a los hijos a reducir caprichos. No te endeudes imprudentemente y ahorra. No vayas a restaurantes, paseos y espectáculos que cuestan mucho y desestabilizan tu economía. No compres más y más ropa y zapatos, sólo por estar a la moda. No malgastes el agua, ni contamines el aire y los ríos. No tires basura por todos lados. Modera el uso del celular. Genera empleos y no tiendas sólo a acumular. Comparte tus bienes con los pobres, los migrantes, los presos, los enfermos, los ancianos, los huérfanos y las viudas. La austeridad personal y la fraternidad con los que sufren más que tú, te hará disfrutar lo que tienes y colaborar para un mundo nuevo.

Como dice el Papa: “Solamente con estilos de vida inspirados en la sobriedad, la solidaridad y la responsabilidad, es posible construir una sociedad más justa y un futuro mejor para todos” (12 enero 2009). “No debemos desanimarnos; antes bien, debemos mantener siempre encendida en nosotros la llama de la esperanza. Para nosotros, los cristianos, la verdadera esperanza es Cristo, don del Padre a la humanidad. Sólo Cristo puede renovar el corazón del hombre y convertirlo en un oasis de paz; sólo Cristo puede ayudarnos a construir un mundo donde reinen la justicia y el amor” (15 enero 2009).

Cuaresma: tiempo de conversión personal e institucional, para que todo se renueve y florezca.

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