Así se formarán los seminaristas de Francisco
Se plantea retrasar la edad mínima para recibir la ordenación, de los 23 a los 25 años
Alfa y Omega, 18 de marzo de 2016 a las 08:41
En Roma ya se estudian propuestas como las de los convictorios de Valencia, Getafe o Toledo, que permiten a los sacerdotes recién ordenados vivir juntos para propiciar la comunión fraterna
(José Antonio Méndez, Alfa y Omega).- Un documento que prepara la Santa Sede, al que ha tenido acceso Alfa y Omega, recoge iniciativas que llevan años aplicándose en España. Entre otras novedades, se propone «un trabajo sistemático» en el ámbito psicológico, educar los sentimientos, y crear redes internacionales de seminarios. Ni con dispensa podrán ser ordenados los menores de 25
Casi tres años lleva la Santa Sede trabajando en la redacción de la nueva Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis, el documento marco que va a fijar la formación que recibirán los seminaristas de todo el mundo en las próximas décadas.
El documento, que están estudiando las conferencias episcopales de todo el mundo y a cuyo borrador ha tenido acceso Alfa y Omega, se fija como objetivo que los seminarios sean escuelas de formación integral, donde los jóvenes «se configuren con Cristo» como «discípulos», al tiempo que «puedan conocer, detectar y trabajar de forma sistemática», en los años de formación, las «carencias y defectos» derivadas de su «situación familiar, social y cultural», para trabajarlos con ayuda psicológica y espiritual.
La nueva Ratio recoge experiencias que llevan años aplicándose en España con la intención de ayudar a los jóvenes a superar sus «cada vez más frecuentes carencias de formación humanística» y la inmadurez humana y afectiva con que llegan al seminario.
27 años, como mínimo habitual
Como informó en exclusiva Alfa y Omega la semana pasada, la Santa Sede se plantea retrasar dos años la edad mínima para recibir la ordenación sacerdotal, de los 23 a los 25 años. Ordinariamente, la Iglesia exige ya que los seminaristas tengan al menos 25 años para ser ordenados sacerdotes, aunque contempla la posibilidad de que jóvenes de 23 y 24 años puedan ordenarse con una dispensa especial de su obispo. Ahora, la nueva Ratio propone subir dos años tanto la edad mínima con dispensa (que pasaría de los 23 a los 25 años), como la edad mínima de ordenación habitual, que se incrementaría desde los 25 a los 27 años.
Otra de las novedades de la Ratio está en la exigencia de un curso propedéutico obligatorio en todos los seminarios del mundo, «no inferior a un año y no superior a dos», como los introductorios que se proponen hoy en España. A lo largo de ese curso, se reforzará la dimensión espiritual del joven y se le educará «en el uso de las reglas del discernimiento vocacional» que le conduzcan a «una decisión más libre para continuar la formación sacerdotal o elegir otro camino».
Psicólogos desde el principio
La nueva Ratio propone también que los formadores y directores espirituales cuenten con el trabajo de psicólogos ya desde esta etapa, para que el candidato pueda «identificar y aceptar sus propias virtudes y defectos, que serán objeto de un trabajo sistemático durante las siguientes etapas», así como propiciar «un análisis de la realidad familiar y social de la que proceden los seminaristas» para adquirir una visión de «crítica constructiva» de su propia vida. Se incluirá también una educación en «hábitos relacionados con el cuidado de la salud física y psíquica: deporte, alimentación, higiene, manejo de los sentimientos y de la sexualidad...». Estas pruebas psicológicas serán también de ayuda a los rectores para valorar la idoneidad de esa persona para continuar el proceso formativo.
Cuidado con las vocaciones adultas
La cada vez más frecuente llegada de adultos a los seminarios también se contempla en la nueva Ratio. Como explica Santiago Bohigues, secretario de la Comisión de Clero de la Conferencia Episcopal, «cada vez hay seminaristas de más edad, que se rinden a la vocación tras terminar la carrera, empezar a trabajar y ver que no pueden acallar la llamada de Dios. Esto es una riqueza, pero también un reto, porque son personas hechas, con hábitos más acendrados y una visión de sí mismos que, si no responde a la realidad, cuesta más reconducir». Por eso, la Ratio plantea un No rotundo a cualquier tendencia a «disminuir las exigencias» de la formación humana, espiritual, psicológica y afectiva de los seminaristas solo por ser adultos, pues considera «fundamental garantizar el adecuado acompañamiento vocacional» de quienes tienen más edad.
Unidad con los religiosos
La Santa Sede también estudia pedir que cada conferencia episcopal elabore una Ratio nacional, como la que existe ya en España y que, según confirman desde la CEE a Alfa y Omega, «actualmente se está revisando y actualizando». Ese documento debe garantizar la unidad de criterios en cada país, que se ofrezca «la mejor oferta formativa posible tanto en los seminarios numéricamente relevantes como en los de menor tamaño», y un trabajo «en comunión» con las casas de formación de religiosos.
Asimismo, la nueva Ratio «globalizará» la formación de los seminaristas -al pedir la creación de organizaciones nacionales e internacionales de seminarios que trabajen por áreas geográficas según necesidades comunes-, pero sin perder de vista lo local. De hecho, solicitará que cada seminario elabore un proyecto formativo propio, «teniendo en cuenta el plano pastoral de la diócesis, su tradición formativa y las características culturales» de la sociedad.
Formación continua y fraterna
La nueva Ratio también incide en la formación continua tras los años del seminario, e incluye un anexo sobre la fraternidad, para evitar el aislamiento de los sacerdotes. En Roma ya se estudian propuestas como las de los convictorios de Valencia, Getafe o Toledo, que permiten a los sacerdotes recién ordenados vivir juntos para propiciar la comunión fraterna. Todo, para preparar, ya desde el seminario, a «sacerdotes maduros» y dispuestos a servir a Dios y a la Iglesia.
Casi tres años lleva la Santa Sede trabajando en la redacción de la nueva Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis, el documento marco que va a fijar la formación que recibirán los seminaristas de todo el mundo en las próximas décadas.
El documento, que están estudiando las conferencias episcopales de todo el mundo y a cuyo borrador ha tenido acceso Alfa y Omega, se fija como objetivo que los seminarios sean escuelas de formación integral, donde los jóvenes «se configuren con Cristo» como «discípulos», al tiempo que «puedan conocer, detectar y trabajar de forma sistemática», en los años de formación, las «carencias y defectos» derivadas de su «situación familiar, social y cultural», para trabajarlos con ayuda psicológica y espiritual.
La nueva Ratio recoge experiencias que llevan años aplicándose en España con la intención de ayudar a los jóvenes a superar sus «cada vez más frecuentes carencias de formación humanística» y la inmadurez humana y afectiva con que llegan al seminario.
27 años, como mínimo habitual
Como informó en exclusiva Alfa y Omega la semana pasada, la Santa Sede se plantea retrasar dos años la edad mínima para recibir la ordenación sacerdotal, de los 23 a los 25 años. Ordinariamente, la Iglesia exige ya que los seminaristas tengan al menos 25 años para ser ordenados sacerdotes, aunque contempla la posibilidad de que jóvenes de 23 y 24 años puedan ordenarse con una dispensa especial de su obispo. Ahora, la nueva Ratio propone subir dos años tanto la edad mínima con dispensa (que pasaría de los 23 a los 25 años), como la edad mínima de ordenación habitual, que se incrementaría desde los 25 a los 27 años.
Otra de las novedades de la Ratio está en la exigencia de un curso propedéutico obligatorio en todos los seminarios del mundo, «no inferior a un año y no superior a dos», como los introductorios que se proponen hoy en España. A lo largo de ese curso, se reforzará la dimensión espiritual del joven y se le educará «en el uso de las reglas del discernimiento vocacional» que le conduzcan a «una decisión más libre para continuar la formación sacerdotal o elegir otro camino».
Psicólogos desde el principio
La nueva Ratio propone también que los formadores y directores espirituales cuenten con el trabajo de psicólogos ya desde esta etapa, para que el candidato pueda «identificar y aceptar sus propias virtudes y defectos, que serán objeto de un trabajo sistemático durante las siguientes etapas», así como propiciar «un análisis de la realidad familiar y social de la que proceden los seminaristas» para adquirir una visión de «crítica constructiva» de su propia vida. Se incluirá también una educación en «hábitos relacionados con el cuidado de la salud física y psíquica: deporte, alimentación, higiene, manejo de los sentimientos y de la sexualidad...». Estas pruebas psicológicas serán también de ayuda a los rectores para valorar la idoneidad de esa persona para continuar el proceso formativo.
Cuidado con las vocaciones adultas
La cada vez más frecuente llegada de adultos a los seminarios también se contempla en la nueva Ratio. Como explica Santiago Bohigues, secretario de la Comisión de Clero de la Conferencia Episcopal, «cada vez hay seminaristas de más edad, que se rinden a la vocación tras terminar la carrera, empezar a trabajar y ver que no pueden acallar la llamada de Dios. Esto es una riqueza, pero también un reto, porque son personas hechas, con hábitos más acendrados y una visión de sí mismos que, si no responde a la realidad, cuesta más reconducir». Por eso, la Ratio plantea un No rotundo a cualquier tendencia a «disminuir las exigencias» de la formación humana, espiritual, psicológica y afectiva de los seminaristas solo por ser adultos, pues considera «fundamental garantizar el adecuado acompañamiento vocacional» de quienes tienen más edad.
Unidad con los religiosos
La Santa Sede también estudia pedir que cada conferencia episcopal elabore una Ratio nacional, como la que existe ya en España y que, según confirman desde la CEE a Alfa y Omega, «actualmente se está revisando y actualizando». Ese documento debe garantizar la unidad de criterios en cada país, que se ofrezca «la mejor oferta formativa posible tanto en los seminarios numéricamente relevantes como en los de menor tamaño», y un trabajo «en comunión» con las casas de formación de religiosos.
Asimismo, la nueva Ratio «globalizará» la formación de los seminaristas -al pedir la creación de organizaciones nacionales e internacionales de seminarios que trabajen por áreas geográficas según necesidades comunes-, pero sin perder de vista lo local. De hecho, solicitará que cada seminario elabore un proyecto formativo propio, «teniendo en cuenta el plano pastoral de la diócesis, su tradición formativa y las características culturales» de la sociedad.
Formación continua y fraterna
La nueva Ratio también incide en la formación continua tras los años del seminario, e incluye un anexo sobre la fraternidad, para evitar el aislamiento de los sacerdotes. En Roma ya se estudian propuestas como las de los convictorios de Valencia, Getafe o Toledo, que permiten a los sacerdotes recién ordenados vivir juntos para propiciar la comunión fraterna. Todo, para preparar, ya desde el seminario, a «sacerdotes maduros» y dispuestos a servir a Dios y a la Iglesia.
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